Mientras parece que por fin ha terminado “La maldición Presley”, con la reciente muerte de la hija del Rey, Lisa Marie, vía paro cardiaco, y antes con la de su hijo, Benjamín Keogh, Elvis parece haber dado el coletazo final con la película de Baz Luhrmann (aunque, en realidad es una cinta sobre el nefasto “Coronel” Tom Parker, su ladrón, trinquetero y representante), el mundo del espectáculo musical no para, donde todo es explotable.

Seguro algo le encontrarán al recientemente fallecido Jeff Beck, mientras Shakira, por insólito que parezca, hace alianzas en su lucha contra su exmarido hasta con Paquita la del Barrio, en un ajo en el que entran curiosas firmas relojeras.

En medio del supuesto caos, las productoras de conciertos muestran sus filosos dientes de atraco en boletos fuera de contexto, como los anunciados en el “regreso” de Madonna que ha desatado lo inconcebible en el terreno de la especulación.

Muchos están tomando quizás su último aliento, antes de caer muertos en el escenario. En esa perspectiva figuran los Rolling Stones, Rod Stewart, Bruce Springsteen, Bob Dylan y Metallica.

Las ediciones especiales de sus discos tienen mucho que ver con los boletos de sus conciertos y sus añadidos tanto digitales como físicos y conmemorativos. En efecto, la pandemia (que no se ha ido del todo, ni se irá según muchos) ha sido territorio incierto a la hora de la especulación de tickets.

Alguien tiene que pagar por los daños y ese alguien es el público. Es a todas luces un abuso, pero de eso siempre se ha tratado el rock-bizz.

En ese panorama, el mundo mexicano en el terreno musical (trátese de productos físicos y digitales, conciertos, tocadas, toquines y palomazos) es otra cosa, como con el inminente cierre del Foro Alicia, que parece que se irá como a una especie de huelga forzada de varios espacios, foros y propuestas que tratan de ser diferentes.

Muchos de nuestros grupos que a estas alturas no han aprendido la lección en cuanto a promoción y publicidad, sacan sus discos en pequeñísimos tirajes que mal promueven.

Por otro lado, están los espacios que se inventan desde influencers hasta promotores de pacotilla.

Muchos vivales de éstos ofrecen servicios de cuarta en un terreno que preconizan primero el dinero y luego el resultado.

Las “ruedas de prensa”, que desde hace mucho tiempo no son lo que eran antes (al menos en el rock) mandan a la guerra a sus elegidos, que se conforman con llegar a las tocadas sabatinas del tianguis del Chopo. Eso sí, en sus menos de 15 segundos de la fama warholiana, se sienten en el mayor logro de su carrera en el corredor “cultural” del tianguis, primero armando como secres su propio escenario y luego tocando ¡como secres!, dos o tres rolas que suben a sus plataformas digitales desde el celular, de las que desaparecen en un santiamén. Sin embargo, eso no les quita lo cantando y bailado, como recuerdo familiar.

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