En el Condómino de Productores que está frente a la Alberca Olímpica reposa buena parte del cine mexicano extraño, insólito, provocativo que ha quedado como un raro testimonio de las películas que se hacían.

Muchos se preguntarán ¿por qué no hay un libro que documente esta vertiente cinematográfica mexicana, atacada sin piedad por críticos santones, difícil de conseguir, pero ubicada en su sabroso divertimiento que se ha disputado por años los ya incunables VHS y betas hasta llegar al DVD? La respuesta es la negativa por sacar este tipo de libros, hasta de la UNAM. Su burocracia divide opiniones. Sin embargo, el problema básico es que estas compilaciones les da miedo a las autoridades de Fomento Editorial, en su mayoría una turba de burócratas, acostumbrados a sacar libros que irremediablemente acabarán arrumbados en su almacén.

Por si fuera poco, un ala de la crítica la ha agarrado por años contra películas que prometen una diversión malsana de perversión que, en muchas de las veces raya directamente en el culto.

El vampiro teporocho, Curados de Espanto, La Loba, Chiquidrácula, Chabelo y Pepito contra los monstruos, Aventura al centro de la Tierra son un ejemplo de una combinación de sangre y eternidad monstruosa.

Otros filmes alternativos que se ocupan desde diversos géneros de leyendas urbanas como El Chupacabras, Los platillos voladores, los viajes a la luna mexicanos, el hipismo visto por Juan Orol, Montañas Sagradas y Pafnucios santos son la punta de un filón inagotable de películas que no han sido documentadas.

Mucho del cine policiaco nacional, que hace énfasis en asesinos como Goyo Cárdenas, en masacradores reales como los del río Tula o combis asesinas, donde se confunde la realidad con esqueletos, asesinatos de agentes de la DEA, como el de Kiki Camarena, significan esos retorcidos caminos de Dios, donde se documenta todo, como en Lecumberri.

Estas y otras cintas más, reflejaron en su momento las obsesiones del México, México ra ra ra, o el fenómeno de los punks, vistos desde una óptica de Panchitos y el cine erótico bizarrisimo de Christian Gonzáles, hasta llegar a la Santísima muerte, pasando por el tibiri de Los Culeros pa’ servir a usted y el espinoso a asunto de los feminicidios de Señorita extraviada y las argucias de Los ladrones viejos.

Esta es sólo una parte del Psicotónico Indómito nacional, que ahora sí,
ahí viene.

pepenavar60@gmail.com

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