Hay imágenes que dicen más que mil palabras, y eso es lo que está sucediendo, al menos en YouTube, con el fenómeno del divo espacial de la new wave operística Vodevil, Klaus Nomi.

El nacido en la ciudad de Allgäu, en la Baviera alemana el 24 de enero de 1944, y que libró varias batallas contra el sida y el cáncer murió el 16 de agosto de 1983, en Nueva York, dejando en ascuas al Nueva York bizarro avant-garde de la cultura pop.

Después de haber sido asistente de la Ópera Alemana de Berlín, fue repostero y efectuó otros trabajos de supervivencia, cantando óperas que llegaban hasta al rango de Elvis, antes de bucear en la vida extraterrestre musical de extravagancia y maquillaje de la gran manzana.

Su vestimenta futurista: de rasgos espaciales cósmico-cómicos lo catapultó a la vida nocturna neoyorquina.

Cuenta su leyenda que él y su amigo y colaborador, Joey Arias, fueron coros y coristas del mítico David Bowie en un especial de Saturday night live.

El clic espacial no se hizo esperar y de ahí fue el comienzo de su moda vocal y visual.

Muchos factores artísticos de éxito se conjugaron en Nomi (Keith Haring, Kenny Scharf, Jean Michel Basquiat) para lograr que la RCA lo firmara.

Su álbum homónimo le abrió las puertas de la popularidad en Estados Unidos y Europa, mientras que su segundo plástico (Simple man) lo volvió estrella de primera línea en Francia.

Sin embargo, la enfermedad tabú de la que fue el primer mártir, se lo llevó a la tumba a los 39 años. Desde entonces se agrandó su fábula.

En la serie animada The Venture bros fue guardaespaldas de Bowie e Iggy Pop y en Phineas y Ferv reincorpora la estética ochentera donde cantó y actuó, volviéndose un clásico hasta ahora. Entre sus muchos fans se encuentra Morrisey. Pero ha sido en el terreno del video, que YouTube lo ha propulsado con docenas de versiones de clips casi intergalácticos y esquizofrénicos como los de Nina Hagen.

Aparte de haber aparecido en varios documentales como Urgh! A music war, Bleu, Blanc, Rose y Beauty becomes the beast, tuvo su controversial rockumental: The Nomi song (2004), de Andy Horn, con un reconocimiento especial en la Berlinale. Sin embargo, videos como “You don’t own me”, “Cold song”, “Lighting strikes”, “Simple man”, “After the fall”, “Falling in love again”, “Nomi song”, “Silent night” y “Total eclipse” siguen siendo únicos y fascinantes.

Sus discos en México son inexistentes, pero sus versiones importadas no bajan de mínimo mil pesos, y van hasta los cinco. Sus reediciones clandestinas, son joyas de la corona del delicado y bizarro new wave ochentero. Para muestra hay que buscar su espectro en Spotify.

pepenavar60@gmail.com

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