Netflix muchas veces no es lo que perece, y el dar gato por liebre, ya parece cosa de todas las series que prometen mucho ruido y acaban en pocas nueces. Por ejemplo, la segunda temporada de El Dragón: El regreso de un guerrero, en lugar de ir al asunto de enfrentar al señor de los Cielos todo terreno (Sebastián Rulli) con un bastante burro Epigmenio Moncada, traficante de cuarta, bordea por demasiados capítulos inútiles y de personajes y entramados grises.

Pero qué se le va a hacer. Si a los mexicanos nos gustan las telenovelas lastimeras como esta serie producida por W Studios y Lemon Films, en donde arde la historia propuesta por el novelista español, Arturo Pérez-Reverte. Miguel Garza (Rulli) se pierde en meditaciones japonesas y, al mismo tiempo, quiere ser el dueño del mundo abordando el narco desde un nuevo enfoque contemporáneo.

Sin embargo, en el camino se va a encontrar varias piedras y piedrones: un necio y don nadie agente de la DEA: Howard Toledo (Alejandro Ávila), Epigmenio Moncada (Roberto Mateos), que nada más tiene cara de malo, porque cerebro, parece que no, Tacho (Edison Ruiz) matón de octava de Epi y tonto peligroso de capirote, más rusos, japoneses, chinos, políticos corruptos y demás lacras
gubernamentales.

Mediadores cuando las cosas se ponen paranoicas, está un periodista de la vieja guardia: Héctor Bernal y su compañera, el equipo del señor Garza (El Flaco, Kenia, con infiltrados, traidores, doble y triple cara), mentes calculadoras (Jimena Ortiz), amos de llaves gays, guardaespaldas peligrosos, manos derechas (Trejo) y policías dobles cara como Gary
Montaner. Sin embargo, nada como la procuradora Edna González (Gabriela Carrillo) para sentir que la Virgen
le habla, no sólo a Carlos Santana.

Con la brújula perdida en esta historia increíble de burrada y media, sólo se salvan Adela Cruz (Renata Notni), Chisca (Cassandra Sánchez Navarro), hermana del jefazo; su trastornado hermano chillón (Juan Pablo Gil), Dora Perdomo (Cynthia Klitbo), Hishiro (Alex Duran) yakuza de tiempo completo del Dragón, al mismo tiempo que se celebra la muerte de hispanos mal nacidos. Esta parte del elenco acaba casi salvando lo insalvable.

Los guionistas (Carlos Algara, Esther Feldman, Sandra Finkelstain, Marisell Lloveras y el propio Pérez-Reverte) son más que lamentables en eso de darle continuidad a la historia en sus buenos momentos, que lamentablemente se pierden entre tantas patrañas de verdaderos daños colaterales, como la santa paciencia de los que llegaron hasta el final, teniendo que aguantar lloriqueos e historias paralelas de personajes que ni vela tuvieron en el entierro final.

Para que la formula funcione, los primeros capítulos tienen que enganchar al espectador. Si esto pasa la orden es, alarguen la serie tanto como se pueda con las banalidades que se les ocurran. Tienen carta abierta y que sea lo que Dios quiera a full production.

pepenavar60@gmail.com

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