Asesinos en serie, seres extraterrestres, fotógrafos de rock, muertes rituales, animación subida de tono, adaptaciones sin permiso de H.P. Lovecraft, padres del zombi contemporáneo y más, se puede encontrar en un día cualquiera dentro de la cartelera de estrenos y reciclados de ese cine donde se puede contar el pecado, pero se guarda la identidad del pecador y su sacrosanto lugar de operaciones encubiertas.

Uno se puede encontrar con películas en DVD y Blu-ray, en donde muchas veces separadas por apenas pocos pesos, bien pueden iniciar la taquicardia de la sorpresa inesperada y el encuentro cercano con lo sorpresivo, en todas las variantes, géneros y demás estilos cinematográficos. Son esas cintas despreciadas por las grandes distribuidoras, que nunca las han considerado como cine comercial. Bueno, ni por la propia Cineteca Nacional.

Como siempre hay un roto para un descocido, la ocasión acaba haciendo al cinéfilo un freak de lo que nunca ha sido ni bien visto y culturalmente, menos hablado. De la misma manera en que se debe cuidar la mirada y hablar en voz baja de la película de Pepe Buil, Los crímenes de Mar del Norte, en confianza con los fans de Goyo Cárdenas, hay otros filmes que nunca han convencido ni convencerán ni al director de la Cineteca ni a sus secuaces.

Por eso la única manera de acceder a ellos es la clandestinidad selecta, ofrecida como única alternativa para ver lo que nunca veremos en la pantalla grande, pero qué tal en las pantallas de HD, 4 y 8K, que —con una buena barra de sonido— es ya casi el cine mismo.

Este mes mortecino los asesinos en serie no tienen que narrar vidas ejemplares sino la misma realidad, como sucede con la cinta El Monstruo de St, Pauli (coproducción alemana y francesa, de este año, con distribución de Warner), sobre el que mataba fuera de la ley en el Hamburgo de los años 70. Película que retrata la suma de lo nauseabundo, porno, violento y de mal gusto. Sólo para estómagos curtidos en el salvajismo tóxico.

Borderland de Zev Berman (2007) es una radiografía enferma sobre la santería y brujería ejercida en su momento de gloria bizarra por Adolfo de Jesús Constanzo, El Padrino, un satánico casi patrocinado por el narco para marcar hombres y mujeres, cual si fueran ganado selecto, para protección casi de ellos mismos. Junto con Sara Aldrete (con residencia actual en Santa Martha), el de origen cubano (interpretado por el cantante de Beto Cuevas) ejerce la mutilación que no puede ser parada ni por el agente de la ley,

Damián Alcázar ni por sus aliados. Finalmente ya lista en DVD: Ruben Brandt, Coleccionista, con un sufridor de pesadillas profesional inspirado en 13 obras famosas de arte, en este inclasificable neo-noir húngaro del año pasado. Se surten recetas en el Chopo y en donde ya saben.

pepenavar60@gmail.com

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