Al General Luis Cresencio Sandoval González, símbolo de lealtad y honestidad.

El domingo pasado se cumplieron 110 años de la creación del “Ejército de la Revolución”. Los pueblos necesitan inspirarse y conmemorar algo grande, que no es otra cosa que la historia de su país. Nuestras Fuerzas Armadas y el pueblo mexicano de cuyas entrañas surgió, son herederos de una de las más puras tradiciones, de aquel Ejército Insurgente de Hidalgo, el Ejército Liberal de don Benito Juárez y del Ejército de la Revolución. 

Los tres poderes de la unión y el pueblo agradecidos rindieron el domingo en las instalaciones del Aeropuerto Felipe Ángeles, emotivo y justo homenaje a las virtudes, y tradiciones de nuestro glorioso Ejército Mexicano, paladín de acendrado patriotismo. La nación le tiene simpatía, respeto, confianza y cariño. Reconocen cada año sus valiosos servicios que, con desinterés, abnegación y sacrificio inquebrantable, ofrendan su propia vida defendiendo la seguridad interior y exterior de la república. 

El 19 de febrero de cada año marca el origen de nuestro instituto armado, en esa fecha don Venustiano Carranza promulgó su histórico decreto en el cual ordenó la organización de un “Nuevo Ejército” encargado de sostener el orden constitucional de la república quebrantada. 

En mi calidad de miembro del Ejército Mexicano y de la Asociación Nacional del Heroico Colegio Militar, recuerdo que este año el Heroico plantel cumple 200 años de lealtad, por el honor de México, yunque forjador de hombres de guerra, donde se imparte a sus hijos una educación espartana que ha puesto a prueba en diferentes etapas de crisis política como, la “Marcha de Lealtad” acompañando al presidente Madero en medio de una división política, otra prueba de fuego fue acompañar al presidente Carranza con un contingente de cadetes de dicho plantel, hasta la población de Aljibes-Tlaxcala en la llamada columna de lealtad.  

Para nuestras fuerzas armadas no hay confusión, no toman partido, simplemente resguardan y defienden la integridad de la nación a su Comandante Supremo. Los valientes soldados han regado con su propia sangre el suelo fértil germinado y florecido los ideales más puros de nuestro credo laico como es: libertad, paz y justicia social. 

Soldados, sigan adelante cuando el clarín de la guerra los llame a cumplir sus sagrados deberes de defender a su patria. Ustedes han protestado seguir con fidelidad y constancia a nuestro lábaro patrio, icono, símbolo de independencia y de honor militar. 
El “Ejército de la Revolución” empuñó las armas en manifiesta oposición a un régimen dictatorial, motivo por el cual se convirtió en “el pueblo en armas” aquel 20 de noviembre de 1910 iniciándose de esta forma la Revolución Mexicana. 

¡Que no cunda el rumor de la discordia!: Muy niño leí este mensaje en el Ábside del Teatro Degollado de Guadalajara, no entendí el mensaje; actualmente comprendo que es evitar a todo trance las luchas entre hermanos. El Ejército Mexicano no escucha el canto de las sirenas, simplemente defiende los ideales de la nación orgullosa al son del corazón, sabiendo que ¡morir es nada, cuando por la patria se muere! 

La mujer mexicana valiente y bravía tomó las armas durante la Revolución, llamadas soldaderas, al lado de su “Juan” demostraron valentía y abnegación, tomaron el fusil de su “Juan” fallecido, en el campo de batalla, sufriendo privaciones, hambre y sed de justicia, un factor determinante para el triunfo de la Revolución Mexicana, nuestras adelitas, rieleras, valentinas con su 30-30 en la mano escribieron cantares de gesta.  No obstante, el Constituyente de 1917 en Querétaro, no les reconoció ningún derecho.  

Miembro de la Asociación Nacional del Heroico Colegio Militar AC.




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