El piloto australiano nacido en Alberta hace 32 años es de esos pocos pilotos en Fórmula 1 con el especial brillo de ser un potencial campeón del mundo. Sin embargo, el tic tac del reloj anunciando que el tiempo se va terminando toca a las puertas del de McLaren con insistencia, tanto fuera como dentro del paddock.

Ricciardo, hijo de una familia australiana de ascendencia italiana, como varios de sus contemporáneos llegó a la máxima categoría con por lo menos un campeonato bajo el brazo; en su caso, uno en Fórmula Renault 2.0 y otro de Fórmula 3 Británica.

Lo que parecía un camino en ascenso desde su llegada a Red Bull en 2014, donde se convirtió en un piloto ganador, luce hoy como un camino truncado por las malas decisiones y la impaciencia.

Dueño de un carisma nato enmarcado por una enorme sonrisa, propietario de un ritual único cada vez que visita el podio (el famoso shoey), y regalando varios de los momentos más chuscos de la F1, Ricciardo se convirtió a sí mismo en uno de los activos más llamativos del Gran Circo, la pregunta no era si sería campeón del mundo, sino cuándo lo conseguiría con Red Bull, el nuevo mandón después del tetracampeón Sebastian Vettel.

Sin embargo, en una decisión inexplicable, el australiano decidió marcharse de Red Bull luego de un lustro. Daniel era el líder en la escudería austriaca, pero fue perdiendo terreno ante el crecimiento de la estrella naciente llamada Max Verstappen, y en lugar de abrir los codos para hacerse espacio en el equipo, sobre todo después del percance entre ambos en el GP de Azerbaiyán de 2018. ¿Por qué hoy le pasa lo mismo en McLaren?

Daniel llegó al equipo de Woking en 2020, luego de un buen pero fugaz año en Renault, como la piedra angular de un proyecto que prometía convertirse en ganador, pero el espacio en el equipo es cada vez más grande para su compañero de garaje, el inglés Lando Norris, y hasta este mismo ha declarado sus intentos por ayudarlo a salir del bache. Por su parte, McLaren y su CEO Zak Brown se han encargado de calentar una interesante baraja para el reemplazo de su asiento, entre los que se encuentran Colton Herta, Alex Palau y hasta el mexicano Patricio O’Ward.

Pero Ricciardo, que logró ganar en el GP de Italia del año pasado y parecía haber ganado tiempo con un contrato que vence en 2023, se ha venido abajo, abriendo aún más la brecha entre ambos respecto del año pasado, en donde Norris terminó sexto y él octavo (hoy séptimo y 12, respectivamente). El australiano ha anunciado que terminará su contrato y que sigue trabajando con el equipo para volver a los primeros planos, pero a menos que algo radical suceda, Ricciardo se quedará como la promesa que nunca se cumplió.

¿Qué habría logrado Ricciardo con el RB16B o hasta con el hoy RB18? Nunca lo sabremos.

@jorgedialogante

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