El ajedrez, como la música, el teatro o las artes plásticas, concebidos como medios de conocer el mundo, reflejan tanto sentimientos de placer y alegría, como de pesimismo y dolor que, en esencia, caracterizan al ser humano. Esto es lo que sugiere la filósofa Silvia Silveira Laguna en referencia a la obra filosófica y musical del artista Richard Wagner. En la contratapa del libro titulado Wagner (Biblioteca filosófica) se lee: “El arte, es una representación consciente de una necesidad de ser, que es la vida en sí.

De este modo el arte se corresponde con la realidad, y es un acto correcto. Es representación de la verdad, por tanto, no es más de lo que puede ser. Como representación de la realidad que es, el artista no hace arte, no trabaja arte, es creador”. Lo mismo puede decirse del ajedrecista. En su búsqueda de la verdad, no hace ni trabaja arte; lo crea en todo el sentido de la palabra. Así, los torneos de ajedrez representan la realidad de su época mediante el dolor de las derrotas y la alegría de las victorias.

Javier Vargas
Javier Vargas
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