En , las variantes y sub variantes son auténticas encrucijadas. Universalmente, a éstas se les atribuye cierto sentido mágico y misterioso. En rigor, son puntos de tránsito de un lugar a otro. No son fines, sino cotos y posibilidades de ir más allá de lo alcanzado, por tanto, momentos de reflexión para elegir el mejor camino hacia la victoria.

Simbólicamente, las encrucijadas son encuentros con el destino, cruce de rutas diversas donde hay que decidirse por una y abandonar otras. Cuando las alternativas son dos, el argumento deliberativo se llama dilema, esto es, dos filos; si son tres, trilema; si son cuatro, cuadrilema, y si son más, polilemas. Así, toda partida de ajedrez conlleva encrucijadas, disyuntivas e intersecciones que hay que franquear con lucidez y buen tino. Son instantes decisivos que presentan riesgos, pero también oportunidades. La visión a profundidad, la comprensión y la claridad de objetivos no sólo le otorgan categoría estética a lo elegido, sino que posibilitan el éxito.

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Las encrucijadas son encuentros con el destino
Las encrucijadas son encuentros con el destino

Tras salvar varias encrucijadas, las blancas ofrendan su dama y perfilan un brillante jaque mate.

Blancas: N. Oliver

Negras: N. Benett

Aberdeen, 1987. Gambito Morra.

1.e4 c5 2.d4 cxd4 3.c3 dxc3 4.Cxc3 Cc6 5.Cf3 e6 6.Ac4 d6 7.0–0 Ae7 8.De2 a6 9.Td1 b5 10.Ab3 Ab7 11.Af4 Dc7 12.Tac1 e5 13.Cd5 Dd8 14.Ae3 Tc8 15.a4 b4 16.Dc4 Cd4 17.Cc7+ Rd7 (Diagrama. Las blancas optan por sacrificar la dama para esculpir una hermosa victoria) 18.De6+ fxe6 19.Axe6+ Cxe6 20.Cxe5, jaque mate, 1-0.

rjavier.vargas.p@gmail.com

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