El ajedrez

exige que el pensamiento de los jugadores considere abismales cantidades de temas, variantes, subvariantes y combinaciones.

“El pensamiento no es más que un soplo, pero este soplo mueve al mundo,” decía el escritor Víctor Hugo (1802-1885). Según el científico Konstantin Tsiolkovsky (1857- 1935), “Al principio vienen a la mente la fantasía y la fábula. Desfilan después los cálculos matemáticos, y sólo al final la realización corona el pensamiento”.

Desde el juego ciencia, en el libro Campos de fuerza de George Steiner (1929-2020) se lee: “Hay algo de ese hondo horror y de esa armonía de las profundidades abismales, de la magia y del vértigo del ajedrez”.

Incluso el poeta Aldo Torres (1910-1960) en La Malva y asfódelo dice: “El pensamiento, como la tenue araña, elabora y utiliza su camino para descender a los abismos que parecen insondables”.

Acaso por eso el emperador romano Marco Aurelio (121-180 d.C.) aseguró: “La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos.”

-rjavier.vargas.p@gmail.com

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