El Día Internacional del Agricultor es una oportunidad para obligarnos a repensar el valor y la importancia del rol que cumplen los trabajadores rurales en una cadena productiva de la que dependemos todos. En especial, quienes estamos involucrados en el día a día en el sector, tenemos el objetivo común de construir un ecosistema agrícola más justo y productivo.

La agricultura es tierra de oportunidades para México; sin embargo, los retos requieren acciones inmediatas y profundas para hacer más eficiente el uso de los recursos naturales y aumentar la rentabilidad de los cultivos. El potencial es enorme: la tierra mexicana y las manos que trabajan el campo hicieron que las exportaciones agrícolas establecieran un récord de 15,947 millones de dólares, equivalente a 342,788 millones de pesos, o bien a 939 millones de pesos por día, solo en 2020.

La competitividad de México lo lleva a ocupar la novena posición entre países con mayor actividad agrícola y pecuaria y el octavo puesto en exportación agroalimentaria. El país, entre otras bondades, cuenta 23 millones de hectáreas disponibles para actividades del campo, de las cuales, 16 millones son cultivos relevantes. En este sentido ¿qué hace falta, en qué tenemos que trabajar?

Desde mi perspectiva, las mayores demandas se podrán cubrir poniendo atención especial en las herramientas tecnológicas, de la mano del relevo generacional y de dar fortaleza a la mujer en el campo.

Uno de los mitos que ronda, no solo la agricultura sino distintas áreas, es que la adopción de la tecnología es cara y poco accesible. La realidad es que existen aplicaciones para teléfonos inteligentes capaces de identificar áreas de oportunidad en los cultivos. Las soluciones digitales también abarcan monitoreo y creación de prescripciones de fertilizantes, lo que permite más productividad, mejor calidad y mayor rendimiento de la cosecha. Incluso, la tecnología nos lleva a soluciones nutricionales personalizadas a partir de un análisis de suelo. También, el monitoreo satelital de los cultivos permite una mayor productividad y mejor calidad de los productos que se cosechan.

Por otro lado, el relevo generacional vuelve más propensa la adopción de la tecnología, pero la migración y percepción de que el campo es poco rentable son los primeros retos por superar. Hoy, 6 de cada 10 agricultores responsables de la producción de alimentos son mayores de 55 años. Si en la siguiente década los jóvenes no ven a la agricultura como un sector del cual pueden vivir, el país se enfrentará al reto de mantener el nivel de producción actual. Las nuevas generaciones de productores deben ver a las cadenas de valor como generadores de beneficios que les permitirán transitar a la sostenibilidad y tecnificación, lo que garantizará el relevo en el campo.

Por último, el punto que es crucial es el rol mujer en la agricultura mexicana, la cual representa 34% de la fuerza laboral y es responsable de más del 50% de la producción de alimentos en el país. Pese a su relevancia, 6 de cada 10 mujeres rurales viven en pobreza; en promedio han estudiado solo 6.6 años y apenas 13% tiene cobertura de salud. Trabajar por la equidad y el bienestar de la mujer rural es fundamental en la producción de alimentos y será un amplificador del desarrollo económico y social.

En la actualidad, se estima que hay 7,900 millones de personas en el mundo y, para 2050, el número aumentará a 9,000 millones; para satisfacer las necesidades, los productores deberán producir 50% más de alimentos. Este escenario nos obliga a poner atención en su bienestar, de su productividad dependemos todos, porque el trabajador agrícola sostendrá al mundo.

Country Manager de Yara México.

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