El 10 de noviembre la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México designó al doctor Leonardo Lomelí como nuevo Rector; este será el número 25 de la Universidad como entidad autónoma.

En 1944, el presidente Ávila Camacho convoca a los universitarios para elaborar un proyecto de ley que condujera de manera ordenada a la institución. En 1945, entra en vigor la actual ley que establece el mecanismo de designación de las autoridades a través de un sistema de elección indirecta en manos de la Junta de Gobierno; desde entonces y a la fecha ha habido 15 rectores.

El método tiene defectos y virtudes. Entre los primeros, ha dado pie a la creación de capillas académicas y administrativas en algunas dependencias universitarias, e inclusive a nivel general.

En esta ocasión se postularon 19 candidatos, 17 pasaron a una segunda etapa y continuaron 10 de entre los cuales se eligió al Rector. Durante este proceso, se pusieron de manifiesto la riqueza y diversidad del pensamiento universitario, desde quienes proponían una universidad de alta calidad académica, un centro de excelencia intelectual, hasta una institución democrática, entendiendo por esto, que sus partidarios daban por hecho la veracidad, olvidando la frase de Antonio Machado: “La verdad es siempre la verdad, aunque todos digan que es mentira”.

Hubo una gran cantidad de actitudes y matices en la forma de comportarse entre los candidatos, desde quienes optaron por una actitud discreta, hasta quienes se condujeron con un comportamiento beligerante. Sin embargo, en todos los postulantes se percibió el cariño a la institución y su apego a ella.

Lo que es encomiable es el ejercicio absoluto de la libertad que otorga la autonomía, la participación de los universitarios, la valoración de los programas y proyectos, la toma definitiva de la decisión que recae en un universitario que reúne todos los méritos académicos y todas las cualidades para ejercer de forma óptima a la institución.

El proceso de designación del Rector es mucho más que un cambio de personas, es un momento de meditación universitaria, de autoexamen, de asumir la conciencia de lo que significa ser universitario. En todo este proceso quedó claro que los universitarios estamos orgullosos de nuestra historia, satisfechos con la labor actual, pero sobre todo confiados en el futuro de la Universidad, que es la conciencia crítica de la nación y la casa de la libertad en México.

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