México, como otros países, atraviesa una crisis de salud pública sin precedentes y un panorama económico extremadamente difícil. Ante la epidemia, se limitaron las actividades económicas a aquellas de carácter esencial con el propósito de aplanar la curva de contagio del Covid-19 y evitar un colapso de nuestro sistema de salud. Los resultados de esta estrategia han sido positivos en otros países, y en algunos casos destacados como Corea del Sur, han logrado controlar la epidemia de manera exitosa. Sin embargo el costo económico y social de estas medidas ha sido enorme, y se vuelve indispensable pensar de manera clara cómo lograr la reactivación y el crecimiento económico.

Pero no todo son malas noticias. México se encuentra en una situación privilegiada para detonar uno de sus principales motores de crecimiento económico en una coyuntura que podemos aprovechar si orientamos adecuadamente nuestras políticas públicas y la actividad de nuestro sector empresarial. Ese poderoso motor es el sector externo, y en particular el comercio de bienes y servicios con el resto de Norteamérica .

La coyuntura afortunada que enfrentamos tiene tres componentes principales. El primero es el creciente enfrentamiento geopolítico entre Estados Unidos y China. Es claro que lo que empezó hace unos años como fricciones diplomáticas y desacuerdos comerciales se ha convertido en una lucha frontal que tiene como resultado la desarticulación de la relación simbiótica que habían desarrollado a lo largo de los años. Como resultado, Estados Unidos y sus aliados están buscando activamente dónde reubicar sus centros productivos, y México es probablemente su mejor opción. El segundo elemento es la reciente ratificación del TMEC. Tras una ardua y a veces volátil negociación, está en puerta la entrada en vigor del principal acuerdo comercial negociado durante la administración del presidente Trump y que representa para él un éxito político importante. Cabe recordar que, en 2019, México se convirtió en el principal socio comercial de Estados Unidos, colocándose por encima de Canadá y de China. Nuestras exportaciones al norte fueron el componente más dinámico de la demanda agregada y motor muy importante del empleo. Pocos países pueden presumir de contar con un instrumento de este tipo y una relación comercial con ese dinamismo. El tercer elemento es la importante depreciación de nuestro tipo de cambio, resultado de la incertidumbre internacional y del incremento de la percepción de riesgo en nuestra economía, lo que genera un incremento en la competitividad de nuestras exportaciones. Estos tres elementos crean condiciones únicas para que México encienda este poderoso motor económico y acelere el camino a la recuperación de la actividad productiva y del empleo.

Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, estará en breve reactivando su planta productiva. Aún y cuando sea de manera gradual y selectiva, fábricas, comercios y proveedores de servicios reiniciarán operaciones. Para apuntalar la recuperación de nuestra propia economía y conservar la confianza de quienes han invertido en México, es indispensable lograr la mayor sincronización posible de nuestro proceso de reapertura con el de nuestro principal socio comercial. La decisión del presidente de la República de asegurar que exista esta sincronización en la industria automotriz es acertada. Las acciones de coordinación que han emprendido principalmente las Secretarías de Economía y Relaciones Exteriores con sus contrapartes estadounidenses resultan igualmente alentadoras, pero el tiempo apremia y el margen de error es mínimo. En lo inmediato son necesarias tres líneas de trabajo: (1) homologar, hasta donde sea posible, los procesos y criterios comerciales y de salud pública que nos ayuden a ambos países a proteger nuestras cadenas productivas, incluida la definición de actividades esenciales; (2) estrechar la coordinación con las autoridades del ámbito estatal y municipal y (3) asegurar que las actividades de despacho aduanero y verificación sanitaria en la frontera no se conviertan en un obstáculo para nuestro comercio.

México debe pensar estratégicamente más allá de la emergencia, y no perder de vista la oportunidad para posicionarse como un actor clave en el escenario del comercio mundial. En el pasado nos hemos enfocado en el volumen de bienes y servicios que intercambiamos con Estados Unidos, pero ahora existe la oportunidad de ir mas allá al producir e innovar juntos para competir con el resto del mundo.

La pandemia del Coronavirus implica retos y complicaciones para nuestra relación con Estados Unidos, pero también ha elevado el valor geoestratégico de nuestro país. Es momento de actuar y aprovechar la gran oportunidad que tenemos ante nosotros. Gobierno, sector privado y sociedad debemos de alinear esfuerzos y movernos con agilidad. Es momento de ser audaces.

Fernando Sepúlveda es Presidente de la Asociación de Empresarios Mexicanos en Estados Unidos (AEM-USA) y Gerónimo Gutiérrez es Miembro del Consejo Directivo de AEM-USA.
La Asociación de Empresarios Mexicanos es la principal organización que representa al sector privado mexicano es Estados Unidos y ha sido un actor clave en la promoción de la integración económica y prosperidad de Norteamérica.

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