Hace algunos días tuvo lugar la cumbre de Palenque “Por una Vecindad Fraterna y con Bienestar”, convocada por el presidente López Obrador, y en la que participaron 11 países representados por sus mandatarios o cancilleres. Aunque los flujos y los factores de empuje de la migración han venido aumentando de manera significativa desde hace al menos 4 años, cabe reconocer la pertinencia e importancia de este encuentro. Más vale tarde que nunca. De entre todos los asistentes, destaca la presencia de los presidentes de los tres países de mayor expulsión migrante en los últimos dos años: Venezuela, Haití y Cuba.

Uno de los acuerdos más importantes para atender la realidad actual del fenómeno migratorio fue el de contar con políticas integrales en los países de expulsión, tránsito y destino al tiempo de ampliar las vías legales de la migración con especial énfasis en la movilidad laboral. Urge ahora poner en marcha un modelo ordenado, que tenga una visión humanitaria y productiva.

Como aspectos negativos de la cumbre, como era de esperarse, algunos mandatarios como Maduro y Díaz-Canel, que sostienen un discurso incompleto en el que señalan a Estados Unidos como el único responsable de la crisis migratoria, no reconocieron su corresponsabilidad como países expulsores de migrantes. Los factores de empuje han llevado, en el caso de Venezuela, a un éxodo de 8 millones de personas en una población de 28 millones, mientras que, en el caso de Cuba, 6.6 millones de personas han salido de la Isla de 2015 a la fecha, lo que corresponde a aproximadamente el 15% de su población.

Esta visita se da en el marco de un contexto migratorio sin precedentes, vemos llegadas diarias de cerca de 16 mil personas y se prevé superar varios récords históricos en materia migratoria hacia finales del año. Según datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, de seguir con la tendencia en los números relacionados con las solicitudes de refugio en nuestro país cerraremos el 2023 con cerca de 150 mil solicitudes. A pesar de que muchas personas solicitan el refugio en México con la intención de permanecer en nuestro territorio, muchos otros lo hacen como una estrategia para transitar hacia los Estados Unidos. Según datos de la Comar el 65% de las personas que piden una cita para tramitar su solicitud de refugio en México, requisito indispensable para pedir una tarjeta por razones humanitarias ante el INM, no da continuidad a su trámite. El 35% restante continúa con el proceso, pero solamente el 25% lo concluye.

La migración va en aumento. Según los últimos datos publicados por autoridades estadounidenses, durante el año fiscal que recién termina se dieron 3.2 millones de detenciones en la frontera con Estados Unidos, lo que equivale a un 16% más que en 2022 y, por primera vez en la historia, Venezuela ocupó —con más de 700 mil detenidos— el segundo lugar en llegadas a territorio norteamericano, solo detrás de México.

En este contexto y de cara a las elecciones en Estados Unidos, Biden solicitó hace algunos días 13,600 millones de dólares en fondos para reforzar la seguridad en la frontera con México, específicamente para contener la migración y combatir el tráfico de fentanilo. Dicha cifra incluye fondos para 1,300 agentes adicionales de la Patrulla Fronteriza, 375 equipos de jueces de inmigración y 1,600 oficiales de asilo, además de 1,000 agentes policiales adicionales, nuevas capacidades de investigación y más de 100 máquinas de última generación para ayudar a detectar fentanilo en los puertos de entrada de la frontera suroeste.

Si bien la perspectiva de la cumbre ha superado el incorrecto e ineficaz enfoque de securitización sostenido entre México y Estados Unidos, vale la pena, por un lado, darle un lugar a la multifactorialidad de los flujos migratorios, cuyo componente económico se ve influenciado en gran medida por situaciones de inseguridad, ambientales y de otra índole. Por el otro, asegurarse que los buenos deseos se conviertan en acciones tangibles.

@EuniceRendon