Por estos días se lleva el evento de comercio más importante del año, el “Buen Fin”, instaurado hace exactamente una década. De inicio, como su nombre indica, el “Buen Fin” era un fin de semana donde diversas tiendas –desde departamentales hasta minoristas– ofrecían descuentos con el fin de incentivar el gasto en el país.

Ahora, 10 años después, el “Buen Fin” dura cinco días. En unas semanas vendrán sus equivalentes, “Black Friday” y “Cyber Monday”, iniciados en Estados Unidos y adoptados también en México. Mismo concepto: incentivar el gasto a través de promociones.

La idea, hasta ahora, ha funcionado, al grado de que la actual administración, que pregona la austeridad hasta por los codos, participa. A la economía nacional le conviene que el dinero salga de las cuentas de ahorro y circule. Más después de la crisis económica de los últimos dos años.

Sin embargo, y bien lo explicó en Twitter Alejandro Joloy –director comercial de uno de los e-commerce más importantes del país, y, aviso, amigo del autor de esta columna–, igual hay que tener cuidado al momento de dar clic y comprar en las promociones: el descuento puede no ser tal ya que los precios que aparecen tachados en las ofertas no son necesariamente los precios de venta originales.

A pesar de que Amazon y Mercado Libre, los dos grandes mercados en línea del país, han buscado desterrar estas prácticas, es imposible hacerlo con el volumen de ventas que maneja. Por eso Joloy recomienda utilizar un par de herramientas gratuitas llamadas “Keepa” y “Mercadotrack”, cada una para el respectivo sitio. Con ambas puede detectarse qué tanto ha fluctuado el precio del producto y decidir si vale la pena comprarlo o no.

Ése es un aspecto a tomar en cuenta, pero huelga decir que el “Buen Fin” es todo menos negativo. De hecho, la campaña –y éste no es un llamado a comprar por comprar– sirve en tiempos actuales para paliar la pandemia y sus efectos económicos.

Quien trabaje temas corporativos o de ventas entenderá perfecto cuando uno habla de la crisis de los semiconductores, las entrañas de los aparatos electrónicos que utilizamos de forma cotidiana. Una gran cantidad de productos escasean por la falta de estos materiales: por eso las consolas de videojuegos de última generación son tan difíciles de conseguir. Si bien esta crisis tiene diversos factores de origen, uno de los más importantes ha sido la crisis de covid.

Esto lo podemos observar en una crisis paralela, la de los contenedores. También como consecuencia de la pandemia ha habido un retraso significativo en el movimiento de mercancías a nivel mundial. Hay menos personas que trabajan en la carga/descarga de contenedores, hay menos personas que trabajan en su transporte: no es tan sencillo conseguir ciertos productos como lo era en 2019 y con razón, pues las personas siguen sin querer exponerse a un virus que sigue siendo mortífero en varias partes del mundo.

Estos costos, de manera natural, los han asumido las empresas. Algunas, claro está, los han transferido al consumidor. Transporte, materias primas, combustible, todo ha subido.

Pero los descuentos también. Los grandes mercados en línea le han dicho a los vendedores establecidos –no a aquellos de los que hablamos líneas antes y que manipulan el sistema– que los descuentos deben ser más agresivos que nunca. Mínimo 20% para poder participar en la promoción, 30% lo esperado.

Así que como dicen los abogados con sus latinajos, caveat emptor, o comprador tenga cuidado. Pero con herramientas a la mano es posible aprovechar el “Buen Fin”, porque vaya que la economía nacional lo necesita.

Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad de su autor y no necesariamente representan el punto de vista de su empleador.

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