Hace ya unas semanas escribimos en este espacio sobre la rebelión de Reddit, y cómo personas comunes y corrientes empezaron a comprar y levantar el precio de las acciones de compañías que tenían un interés sentimental para ellas: GameStop, empresa dedicada a la venta de videojuegos cuyo auge fue hace dos décadas; AMC, enorme cadena de cines cerrada durante la pandemia; y BlackBerry, el smartphone favorito de los millennials más viejos

Mientras algunos inversionistas hicieron su agosto y lograron pagar cuentas, deudas, préstamos, otros terminaron en la bancarrota. Quienes en verdad aprovecharon esta rebelión del proletariado fueron –sin sorpresa–, las grandes compañías: BlackRock, Morgan Stanley, las de siempre. Como dicen en Las Vegas, la casa nunca pierde. Muchos millones de dólares cambiaron de manos (aunque en su mayoría ambas manos eran en realidad de la misma compañía).

Pero, más allá del resultado final de la rebelión, lo interesante es lo frágil que se ha vuelto la economía mundial. Cierto, las acciones siempre han sido volátiles, pero en un mundo hiperconectado como el nuestro, donde estamos viendo todo a toda hora, cualquier movimiento, cualquier tuit, puede mover al mundo financiero en cuestión de segundos.

Pensemos, por ejemplo, en Elon Musk, de quien también escribimos hace unas semanas Musk es acusado de manipular el mercado de criptomonedas a través de sus tuits en contra de bitcoin. Musk se despertó un día, utilizó sus 280 caracteres y borró los ahorros de muchísimas personas.

Antier sucedió algo similar, aunque probablemente no con la premeditación y el interés de Musk: Cristiano Ronaldo, después de golear 3-0 a la selección de Hungría en la Euro 2020,

se sentó frente a reporteros al terminar el partido. Y, con un movimiento que no duró más que unos segundos, echó por tierra las acciones de una de las compañías más importantes del mundo, Coca-Cola. Ronaldo se sentó, observó las dos botellas de refresco que el patrocinador había puesto frente a él, y las hizo de lado. En lugar de eso dijo “agua” y enseñó una botella de la cual tomó.

¿El resultado? Según reporta Macrotrends, un sitio de inversiones, la refresquera perdió cuatro mil millones de dólares de valor de mercado. Cuatro mil millones de dólares por 30 segundos.

Paul Pogba, jugador musulmán de la selección de Francia, hizo algo similar tras la victoria de su selección frente a Alemania horas más tarde: quitó una botella de cerveza Heineken de la mesa frente a él. La diferencia es que cuando Pogba hizo el gesto, los mercados de valores ya se encontraban cerrados por la hora. Al momento de escribir estas líneas, no se sabe con certidumbre cómo cambió la valuación de la cervecera.

Sirvan estos ejemplos para reforzar el punto de este texto: hoy, más que nunca, un acto, un gesto, un tuit, pueden hacer que alguien se vuelva millonario o pierda todo lo que tiene. Y, conforme se dan avances digitales, ya no será cuestión de segundos, sino de fracciones.

Ya lo había escrito Michael Lewis en su libro Flash Boys (Deusto, 2014): los inversionistas buscan cualquier ventaja para maximizar sus inversiones. En el caso concreto de Flash Boys, al tratarse de inversiones digitales, Lewis estudió cómo ciertos inversionistas empezaron a rentar espacios en los edificios más cercanos al mercado de valores; mientras más cerca, menos distancia recorría la información de una terminal a otra. Con eso fue suficiente para que algunas fortunas aumentaran de forma considerable.

No es nuevo: el mercado de valores siempre ha sido una ruleta. Pero los avances tecnológicos hacen que cada día gire más rápido.

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