Desde muy temprano, y seguramente con la misma ilusión que en sus inicios , José Chepo Reynoso abre las puertas del gimnasio Julián Magdaleno —en tierras tapatías—, donde se dan cita las futuras estrellas del boxeo mexicano, como Johan Álvarez, sobrino del Canelo, quien tiene compromiso el próximo 2 de julio en San Blas, Nayarit.

Esta encomiable labor de Reynoso es digna de admiración, pues el veterano y bohemio entrenador bien podría dedicarse a disfrutar de lo que ha ganado al lado de Santos Saúl Álvarez Barragán; sin embargo, prefiere seguir formando buenos peleadores, pero —sobre todo— buenos seres humanos, usando al boxeo como su más valiosa herramienta.

Hace algunos días, viajando de Las Vegas, Nevada, a Los Ángeles, California, para cubrir la pelea Munguía vs Kelly, muy temprano recibí una llamada del buen Chepo Reynoso. Su voz derramaba ilusión y pasión, mismas que se transmitían a través de la bocina del celular. Mientras me hablaba de sus nuevos prospectos boxísticos, por supuesto se colaba el tradicional ruido que emerge de un gimnasio clásico de boxeo en México: gritos, porras, albures y un gran ambiente de camaradería y competencia.

El resumen de la llamada es el siguiente: “¿A ver cuándo vienes para que los veas boxear?”.

No cabe duda de que Reynoso ama y vive el boxeo a cada bocanada de aire que respira. Sin temor a equivocarme, creo que su familia, el boxeo y la música, lo mantienen siempre pleno y feliz. No hay charla en la que no hable de sus hijos, sus peleadores y sus composiciones musicales, que ciertamente son muy buenas.

La definición de José Chepo Reynoso es: Una alquimia de padre, compositor y entrenador de boxeo.

Ni el dinero, ni la fama, han envilecido al galardonado entrenador zacatecano, nacido en Moyahua de Estrada, avecindado en Guadalajara.

No cabe duda de que a él no lo mueve el billete. A mi querido Chepo lo sigue moviendo la pasión, misma que mostraba cuando era carnicero y de cariño le decían El Galán.

Aquel joven Chepo un día decidió bajar para siempre la cortina de su carnicería para dedicarse de lleno al boxeo, determinación que todo México celebra, pues la historia se cuenta sola.

Chepo... Que nunca se pierda la pasión por el boxeo, el amor a tu familia y a tus amigos, y nunca dejes la bohemia, misma que disfruto cada que nos vemos y entonamos algunos éxitos del ayer y —de paso— aprovechamos para hablar del único deporte que no se puede jugar, llamado boxeo.

@ErnestoAmador

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