A la Mtra. Julia Elena Ruiz Corrales, una gran educadora de la Universidad Veracruzana

Ser educador es uno de los más grandes privilegios que un profesional puede tener, pero también es una gran responsabilidad.

Porque en sus manos se encuentra la formación cognoscitiva y emocional de quienes como estudiantes acuden a los centros escolares en busca de conocimiento y experiencias, lo que les permita comprender su entorno y adquirir herramientas para enfrentar competitivamente la vida cotidiana.

¿Cuál es la misión de los educadores en esta Nueva Realidad? Es el cuestionamiento que subsiste en el aire y que tiene como respuesta inmediata: “Cumplir con su deber“.

José Vasconcelos el gran educador, fundador de la Secretaría de Educación Pública en México, consideró que toda aquella persona que supiera leer y escribir debe convertirse en un maestro.

Hoy diría que toda persona que sepa utilizar las herramientas tecnológicas, debe convertirse en maestros de analfabetas digitales.

La visión de José Vasconcelos sin duda era convertir a todos los educadores en misioneros para andar por todos los caminos de la patria y encontrar en cada persona la oportunidad de enseñar algo nuevo que fuera útil para incluirse en este mundo cambiante.

El investigador Javier Ocampo López en su trabajo “José Vasconcelos y la educación mexicana“, publicado en la revista historia de la educación latinoamericana de la Universidad pedagógica y tecnológica de Colombia nos dice:

“El Ministro de educación José Vasconcelos organizó el programa de los Maestros Misioneros que se nombraron en todo el país mexicano, con el fin de localizar los poblados indígenas, estudiar el estado cultural de los habitantes y las necesidades de las comunidades. Estos “Misioneros” hacían pláticas o conferencias para hacer una intensa propaganda a favor de la educación. Cuando se estudiaba una determinada región, pueblo o lugar importante, con necesidades de educación, se fundaba una escuela en el lugar estudiado. Se buscaba que dicha escuela tuviera una organización y funcionamiento de acuerdo con las necesidades y aspiraciones del lugar, y cuyo maestro, escogido entre los mejores elementos del vecindario, era aleccionado por el misionero sobre la tarea misma de la educación”.

El deber de todo educador en cualquiera de los niveles educativos desde el básico hasta el superior es poner toda su inteligencia, capacidad y disposición que junto con su corazón y alma contribuyen con la formación cognitiva, emocional, social, y cultural de millones de mexicanas y mexicanos. Herramientas convertidas en habilidades y competencias para que las personas puedan enfrentar todos los días, desde la muy modesta pero importante labor de leer y escribir, hasta diseñar en su mente todo un proyecto de vida en el que consolide la máxima aspiración de los seres humanos que es ser felices, haciendo lo que les gusta hacer.

Considero a los educadores de México como los sembradores de la patria porque con cada palabra y acción ejemplar, siembran en la conciencia de la niñez y juventud la esperanza de un México mejor.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que “en nuestro país hay un millón 197 mil 778 personas ocupadas como docentes en educación básica. De acuerdo a los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), correspondiente al cuarto trimestre de 2019, los maestros en nuestro país tienen desde los 20 años de edad y más. Del total registrado, la mitad (50.4%) imparte clase en primaria, 25.9% atiende en secundaria y 23.7% en preescolar. Otros datos del Inegi revelaron que 80% de quienes se dedican a la docencia en educación básica labora en escuelas públicas y 20% en el sector privado. La mayor parte del personal docente es asalariado (98.7 por ciento). De este total, 95.6% cuenta con un contrato por escrito. De quienes tienen contrato, la mayoría (89.4% hombres y 88.4% mujeres) es de base, planta o por tiempo indefinido”.

Ante esta realidad de las maestras y maestros de México surge la inquebrantable determinación de que por primera vez en la historia comenzamos clases de forma digital, en casa a través de la televisión y de las computadoras.

Queremos que el México que hoy construimos sea capaz de enfrentar todos los retos que están por venir en la nueva realidad que nos ha impuesto la pandemia del Covid-19. Son más de 26 millones de estudiantes que ingresan este lunes 24 de agosto al nuevo ciclo escolar 2020-2021, llevando consigo una nueva experiencia que la historia asienta para que pueda quedar como un precedente y esto se convierta en aprendizaje para las futuras generaciones. El reto es ser autodidactas capaces de interpretar el conocimiento que se imparte a través de televisión o internet, los padres de familia y familiares cercanos se convierten guías u orientadores dispuestos a servir a los estudiantes de casa.

Pero la gran tarea de los educadores es caminar por todos los senderos para acercarse a los estudiantes y poder contribuir de una forma práctica para su mejor aprendizaje. Estamos rumbo a la construcción de una nueva era denominada Cuarta Revolución Industrial, la que representa el internet de todas las cosas y el desarrollo en su máxima expresión de la inteligencia artificial. Sin embargo la mayoría de los educadores poco o quizás nada prestaron su atención a las herramientas de las nuevas tecnologías.

Ahora lo tienen que hacer a como dé lugar. Aprender el manejo de las videoconferencias o comunicación digital, desarrollando nuevas habilidades comunicativas para trascender a través de una cámara en la computadora o un teléfono celular, lo que permite interactuar, brindando conocimiento y percibiendo el estado de ánimo y capacidad de aprendizaje de los estudiantes.

Son nuevos tiempos y sin duda debemos estar a la altura de las circunstancias, las cuales representan el principio de este largo camino por el que podemos aprender y desarrollar técnicas para una mejor enseñanza.

La comunicación es la base de la educación, siendo fundamental que el conocimiento y experiencia que se transmite tenga un efecto de transformación en la vida de los aprendientes.

Las nuevas generaciones, los más pequeños estudiantes pareciera que son verdaderos conocedores de todos los mecanismos que se requiere para poder transmitir a través de Zoom o Meet otras plataformas digitales.

El Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior (IESALC), en un reciente estudio, analizó los impactos inmediatos de la pandemia en el sector de la educación superior universitaria, tanto para los distintos actores como para las instituciones y el sistema en su conjunto, cosiderando: “Los efectos presentes de la crisis sobre la educación superior dejarán huella en los distintos actores a medio y a largo plazo. En el caso de los estudiantes; el impacto más inmediato ha sido, que el cese temporal de las actividades presenciales de las IES ha dejado a los estudiantes, en una situación totalmente nueva y sin una idea clara de cuánto tiempo vaya a durar con impactos inmediatos sobre su vida cotidiana, los costes soportados y sus cargas financieras y, por supuesto, la continuidad de sus aprendizajes y la movilidad internacional. El profesorado sufre también importantes afectaciones en lo laboral y en lo profesional. En primer lugar, hay que tomar en cuenta que no todas las IES tienen estrategias de continuidad de la actividad docente y, en su ausencia, los contratos temporales pueden quedar rescindidos. El personal no docente representa el sector más vulnerable en cuanto a la posible reducción de puestos de trabajo. Parece claro que en todo el mundo el cese temporal de las actividades presenciales de las IES ha operado como un enorme disruptor sobre su funcionamiento. En términos de respuestas políticas los países han tendido a limitarse a tres cosas: a) medidas administrativas para la salvaguarda del funcionamiento del sistema; b) recursos financieros; y c) la puesta a disposición de recursos para dar continuidad a las actividades formativas”.

Ya sea en educación básica media superior o superior las consecuencias que se viven tienen que dejarnos una gran enseñanza, aprovechar lo que tenemos a la mano y hacerlo productivo, no permitir bajo ninguna circunstancia que el ánimo caiga sino por el contrario convertirlo en una oportunidad para desarrollar una comunicación educativa con más alcance y mejores resultados.

Los misioneros digitales de la educación serán sin duda quien les abra en una nueva brecha en este gran camino con sensibilidad y compromiso social.

México reclama misioneros educativos que tengan las habilidades tecnológicas para poder hacer de la educación y su proceso de enseñanza aprendizaje algo práctico, eficaz y eficiente.

Les deseo el mayor de los éxitos a todas las mujeres y hombres educadores quienes siempre demuestran ser sembradores y misioneros de la patria.

orador@mendozafilidor.com

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