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El reto diario de todo país es contar con oportunidades de empleo para los miles de jóvenes que culminan sus estudios y se incorporan al mercado laboral. México lleva años con un déficit en la creación de puestos de trabajo, pues el número siempre es inferior a la demanda. De ahí surgen muchos de los problemas que hoy se enfrentan como informalidad, la precariedad laboral e incluso participación de jóvenes en actividades delictivas.
Hasta ahora el panorama no se ha modificado, incluso puede hablarse de un empeoramiento. De acuerdo con cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social, en los primeros siete meses del año se registraron 15 mil 503 nuevos patrones de enero a julio, cifra 23.6% menor a los 20 mil 288 reportados en el mismo periodo de 2018 y el número más bajo en los últimos cinco años.
El dato puede tener dos explicaciones, ambas negativas. La primera, como consecuencia natural del estancamiento que registra la economía. La segunda, que de manera deliberada los empresarios están evadiendo la obligación de otorgar seguridad social a sus empleados.
De una u otra forma, queda evidente la importancia de que la economía muestre crecimiento. Como ejemplo, aquellos estados que usualmente tienen un avance económico por arriba del promedio nacional son los que presentaron mayor número de nuevos patrones registrados ante el IMSS. Jalisco, por ejemplo, concentró 16% del total, con 2 mil 463 nuevos empresarios.
Es momento apropiado para que las distintas autoridades federales en materia económica adopten medidas que impulsen el crecimiento. Expertos han identificado los obstáculos principales, entre ellos la política de austeridad gubernamental y el incremento en los índices de inseguridad.
No debe olvidarse que en economía basta modificar una variable para que el ritmo se altere. En México hay más de un factor que incide en el alicaído desempeño económico. Si no hay un clima favorable para la creación de empresas, pocos arriesgarán sus inversiones en la generación de fuentes de trabajo.
Se está a tiempo de evitar que se contraiga más el mercado laboral, con las consecuencias que ello implicaría en el bienestar de millones de familias y en el deterioro social.
Por sí solo, el dinamismo económico mitigaría problemas en otros sectores de la vida nacional, pero en la actualidad no puede pedirse un mejor desempeño a la economía, si antes no se eliminan los frenos que la limitan.