La paridad de género llegó y llegó para quedarse, no como una moda o un concepto abstracto, llegó como un derecho innegable para todas las mujeres , llegó como una reivindicación de la sociedad mexicana ante años y años de injusticia, de abusos y de ser relegadas tan solo por ser mujeres.

Es posible que para muchos hombres e incluso mujeres todo lo anterior aún sea un tanto ajeno, ya sea por negación, indiferencia o porque a pesar de vivirlo, en su mente todo eso es normal, eso fue lo que tristemente a través de generaciones se enseñó a hombres y mujeres en el seno familiar y en la sociedad, el padre, los hermanos mayores o los tíos, su propia madre por una inercia de tradición y costumbres, con ejemplos y palabras instruyeron que hombres y mujeres no eran iguales, en la cotidianidad el hombre se sentaba a la mesa y las mujeres tenían la obligación de servirle la comida, recoger los trastes y por qué no decirlo: ellos podían pegarles si ellas no obedecían.

Así crecieron y desgraciadamente siguen creciendo individuos del género masculino, acostumbrados y con la estúpida idea de que las mujeres están para servirles, que las mujeres necesitan su permiso y muy triste saber que también hay mujeres que crecen con esa idea.

Pero afortunadamente también existen personas para las que esos abusos hacia la mujer les son ajenos y lejanos. Y hablo en plural porque tengo la fortuna de conocer mucha gente, de diferentes ámbitos los que simplemente no nos cabe en la cabeza hacer distinción alguna para privilegiar a un hombre sobre una mujer, crecimos y fuimos educados para respetar, cuidar y proteger a nuestras madres, a nuestras hermanas y en general a la mujer, so pena de severos castigos si no nos comportábamos de esa manera.

Hoy en día se están abriendo diversos espacios en los que, en una competencia sana, de igual a igual, existen las acciones afirmativas en favor de las mujeres, en donde pareciera que sin importar quién tiene la mejor preparación y experiencia las mujeres llevan mano.

Ante dicho escenario, los hombres podemos cegarnos y quejarnos, debemos tomarlo con una buena actitud y reconocer que, aun cuando no hayamos sido nosotros, esa desventaja en contra de las mujeres existió y existe en muchos grupos de nuestra sociedad y se tiene que equilibrar la balanza otorgándoles o garantizándoles ciertos espacios a las mujeres.

Como hombres debemos de prepararnos mejor, estudiar más y subir el nivel de competencias, de comportamiento y de actitud, lo anterior no solo para buscar un espacio o una oportunidad, sino para provocar que se suban los estándares y con ello la calidad de quienes aspiren a ocupar un cargo ya sea en el sector público o privado.

Ojalá no se vuelva un sube y baja el tema de género, ayer les tocó estar arriba a los hombres, hoy a las mujeres y luego a los hombres, la historia sirve en muchos casos para no repetir los errores del pasado, tenemos que encontrar un equilibrio y no permitir que se llegue a extremos pues en cualquier sentido que se lleguen a dar no beneficiará ni a hombres ni mujeres, así como hay mujeres que salen adelante ellas solas y llevan el sustento a sus casas, también hay hombres que tienen que procurar el sano desarrollo de sus familias, en las que, muchas de sus integrantes son mujeres.

Ser hombre en esta era de la paridad, convoca a eso, a ser hombre, a seguir respetando y procurando el bienestar de propios y extraños, a cuidar a nuestras hijas y enseñarles a salir adelante, a prepararse para lograr sus objetivos y cumplir sus metas. Y a nuestros hijos varones enseñarles exactamente lo mismo, la paridad empieza en casa. Tenemos la responsabilidad histórica de hacer posible un cambio civilizatorio.

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