La emergencia sanitaria del COVID 19 “Coronavirus” nos ha obligado como sociedad a romper con lo cotidiano, a buscar y experimentar nuevas formas de ser productivos sin desplazarse de la casa a la oficina, para algunos se dice fácil, quedarse en casa es solo un proceso de adaptación, se cuenta con Internet, alguna computadora en casa y los recursos económicos para hacer las compras necesarias.

Contamos como sociedad con las y los valientes héroes relacionados con los servicios de salud, debemos estar agradecidos, son ellas y ellos quienes están en la trinchera literalmente salvando vidas y arriesgando la propia y seguramente la de sus seres cercanos.

Sin pretender demeritar para nada a los héroes ya mencionados, hay otras personas que son esenciales y quizá no nos hemos dado cuenta ni tampoco dimensionado que pasaría si no los tuviéramos, si ellas y ellos también se quedaran en sus casas y dejaran de prestar sus servicios.

Es quizá un poco difícil imaginarnos cuanto tiempo nos podríamos quedar en casa con la basura que nosotros mismos generamos, la gran mayoría solo tenemos que sacarla al bote y listo, nos olvidamos de ella y seguimos generando, se nos olvida que hay alguien que salió muy de madrugada de su casa, se despidió de su familia y a pesar de la contingencia tuvo que caminar, tomar el transporte público y llegar a su trabajo, en el camino por fuerza se cruzó, convivio o no pudo guardar la sana distancia. Su labor no la puede realizar desde la sala de su casa como para no salir y arriesgarse al contagio.

Así pues, el comúnmente llamado “señor de la basura” sale de su casa literalmente a ganarse la vida con nuestros desperdicios, salvándonos a nosotros de una acumulación inmunda.

Sin salir de casa realizamos actividades tan simples como abrir una llave de agua, prender la estufa o disfrutar de un baño con agua caliente y no nos percatamos que para que eso suceda hay alguien que tiene que estar en su lugar de trabajo viendo y haciendo que todo funcione bien para que esos servicios lleguen a nuestro hogar.

Por mucho que podamos comprar -a menos que tengan un refugio como aquellos que vimos en las películas donde se tenían víveres para sobrevivir hasta seis meses, cada determinado tiempo algún miembro de la familia tiene que salir de casa ya sea al súper, a la verdulería, carnicería o simplemente a la tienda de la esquina, para poder regresar a casa y resguardarnos ya con provisiones mucha gente tuvo que salir de sus casas, ya sea a cosechar o recolectar, otros a llevar a sus animales al rastro; muchos más salieron de sus casas a transportar y otros a vender.

A todas estas personas esenciales debemos de agradecer, sin olvidarnos de quienes salen y cada día arriesgan su vida por nuestra seguridad y ahora un riesgo más a la lista, el contagio del coronavirus, nuestros policías, los buenos policías, los que ayudan y nos protegen, los que tienen que tienen que comer en la calle o en sus patrullas, los que muchas veces no saben de días festivos y menos de quedarse en casa por la cuarentena.

Hay hombres que luchan un día... dijo Bertolt Brencht.

Es muy probable que pocos de los esenciales puedan leer estas líneas, seguramente estarán trabajando, pero ojalá podamos también reconocerles y agradecerles.

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