El 8 de marzo, conocido como el "Día de la Mujer", ha experimentado una evolución significativa en su connotación a lo largo de los años.
Recuerdo que cuando era niña el día de la mujer era una fecha festiva, que se celebraba y se felicitaba, similar al Día de la Madre o del Padre. Esta fecha ha evolucionado hacia un día de lucha, reflexión y, lamentablemente, cierta melancolía.
Esta transformación se atribuye, en gran medida, a la conciencia de que la fecha se debe a eventos históricos que tuvieron lugar a finales del siglo XIX, donde las protestas y manifestaciones de mujeres marcaron el inicio de una jornada vinculada estrechamente con la reflexión y la reivindicación de derechos.
Incluso el cambio ha sido tal que en México, especialmente en las últimas décadas, esta fecha ha adquirido una nueva dimensión. Aquí, las mujeres enfrentan una de las manifestaciones más brutales y grotescas del machismo: los feminicidios. Esta realidad atroz ha despertado un sentimiento compartido de urgencia por el cambio, pues nos ha confrontado con la cruda desigualdad y la violencia de género arraigadas en nuestra sociedad.
Las calles de México se han convertido en escenario de marchas y protestas, donde cientos de miles de mujeres en todo el país exigen justicia y respeto a sus derechos. Pero también se convierten en espacios de memoria, recordando a todas aquellas mujeres que han perdido la vida a manos de un sistema opresor e indiferente.
Debemos reflexionar sobre la importancia de la educación y la concientización en la construcción de una sociedad más justa e inclusiva. La igualdad de género no es solo un derecho humano fundamental, sino también un motor para el desarrollo y el progreso de nuestro país.
En este 8 de marzo, recordemos no solo las injusticias del pasado, sino también el poder transformador de la solidaridad y la acción colectiva. Sigamos adelante en la lucha por un futuro donde todas las mujeres puedan vivir libres de violencia y con igualdad de oportunidades.
En este contexto, la próxima elección presidencial cobra una relevancia particular, ya que existe la posibilidad de tener a la primera mujer presidenta en la historia del país.
Es crucial que esta decisión se tome con sabiduría y visión de futuro.
