La región que hace apenas unos siglos fue un vasto conjunto de lagos, hoy se enfrenta a fuertes retos para abastecer a los cerca de veinte millones de habitantes que la habitan.

Desde hace años se ha alertado sobre un futuro en el que el agua será aún más difícil de obtener. A pesar de ello, la ciudad depende cada vez en mayor proporción de extraer agua de otras regiones. Se importa alrededor del cuarenta por ciento del líquido.

Tal vez hace cincuenta años, la creación del sistema Lerma-Cutzamala pudo considerarse como una proeza de la ingeniería. Gracias a sus inmensas bombas y tuberías, se ha podido llevar agua desde una distancia de más de cien kilómetros y subirla a más de un kilómetro de altura.

Sin embargo, la emergencia climática de hoy, nos hace ver que quitarle el agua a otras localidades y transportarla a altos costos monetarios, energéticos, y por lo tanto, contaminantes, son soluciones viejas e incompatibles con la realidad.

Las decisiones sobre la forma en que obtenemos el agua ya no pueden ser meramente ingenieriles. Tienen que estar fundamentadas en una visión de sustentabilidad , lo cual implica mucho más que hablar de tubos y bombas.

Abastecer de agua a una de las ciudades más complejas del mundo, requiere trabajar desde una perspectiva de derechos humanos, pensando en cómo se hará un reparto justo y equitativo a toda la población.

Se requiere también implementar una meticulosa planeación de crecimiento urbano y de preservación ambiental, recordando que si no hay conservación de zonas de valor ambiental como bosques y humedales, entonces será imposible favorecer una adecuada recarga de los acuíferos del subsuelo, y así se retroalimenta el círculo vicioso de depender de fuentes externas.

Esos y otros aspectos deben considerarse de manera exhaustiva y pormenorizada en el Plan General de Desarrollo y el Programa General de Ordenamiento Territorial de la ciudad que están en proceso de elaboración. En esos instrumentos se plasmarán las acciones que la ciudad deberá realizar durante las siguientes décadas con obligatoriedad de ley.

Si bien, ya se hicieron públicas las respectivas propuestas desarrolladas por el gobierno de la CDMX , el proceso de consulta pública para que la ciudadanía participe, ha sido muy opaco.

En ese tenor, a pesar de jactarse de ser un gobierno abierto a la participación ciudadana, aún no se tienen fechas claras para abrir formalmente la consulta pública, y peor aún, sus funcionarios, incluyendo a su Secretaria de Medio Ambiente, parecen estar sordos y ausentes cuando se les pide abrir espacios de diálogo respecto a la gestión sustentable del agua.

Preocupa aún más que desde hace un año, el gobierno publicó una lista de medidas, pero que no pasó de una presentación Power Point. La parte de cómo van a implementarse sigue sin darse a conocer. Tienen la obligación de detallarlo en el Programa de Gestión Integral de Recursos Hídricos que mandata la ley, sin embargo, su proceso de elaboración sigue siendo un misterio.

Sin duda, el 2022 será un año con grandes retos en esta materia. Greenpeace continuará buscando incidir al respecto a través del diálogo, pero también no dudaremos en elevar nuestro nivel de exigencia para que nuestras propuestas, que son justas y siempre fundamentadas en argumentos científicos y sociales, sean escuchadas.


Coordinador de Ciudades Sustentables en Greenpeace México

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