A Rafa Montesinos, in memoriam

 

En su génesis, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) tiene como base el conflicto en la relación gobierno-empresarios. Parafraseando a Daniel Cosío Villegas, es expresión de la ruptura en las reglas del sistema político mexicano, proceso en el que destaca la desconfianza y la crítica al papel del Estado. Su proceso de construcción en 1975, formalmente un año después como órgano cupular del sector privado, tuvo antecedentes clave en 1973: el secuestro y asesinato, en manos de la Liga Comunista 23 de septiembre, de Eugenio Garza Sada (EGS), prominente líder empresarial y referente del Grupo Monterrey. Sumemos a este hecho la compleja coyuntura de la acogida del gobierno mexicano a parte de los exilios uruguayo y chileno, que generaron lecturas del gobierno mexicano de comunista, rojillo, subordinado a los bolcheviques, entre otros. El día del entierro de EGS llovieron sobre el presidente Echeverría gritos de asesino, maldito comunista, proferidos por los asistentes a las exequias. No es poca cosa en los rituales del poder en México, más aún en esos tiempos. Pero no son gritos de exigencias democráticas, sí de franca crítica al regulacionismo estatal y por la política exterior mexicana (en particular en el caso del chileno Salvador Allende) de apoyo a un gobierno popular que en su práctica reivindicaba la planificación estatal.

Testimonios sobre EGS lo muestran como un millonario sencillo y, algo que agregan estudiosos del empresariado mexicano, conciliador. A diferencia de las posturas radicales que estaban presentes en el Grupo Monterrey, EGS era el representante de posturas que privilegiaban los acuerdos y consensos con el gobierno mexicano. Por ello, parte de las narrativas sobre esos hechos, apuntan que había mandatos precisos de que se asesinara a EGS si se intentaba secuestrarlo, esto, se dice, desde el núcleo duro del Grupo Monterrey. Otros argumentos apuntan a que estaban cancelados los espacios para la negociación, en este caso, del secuestro, bajo el argumento de que abriría un camino a múltiples secuestros, o bien que había sectores duros que podían salir beneficiados con el apartamiento de EGS de la escena política (la película de Alejandro Pelayo Días difíciles -1988- es una parodia, que avanza en este sentido).
Más allá de una realidad indescifrable, las broncas y diferencias entre los empresarios representados por el CCE y el gobierno mexicano no se resolvieron en el corto plazo. No es difícil sostener que las luchas del CCE continuaron durante el gobierno de José López Portillo y empezaron a encontrar un remanso con Miguel de la Madrid H. El discurso de toma de posesión de MMH expresaba el sentir del empresariado mexicano, por un lado en la necesidad del adelgazamiento del Estado y, por otro, en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), con la reformulación de la Ley de Inversiones Extranjeras. La desconfianza en el gobierno mexicano, bajo la premisa de que había dejado de representar los intereses del capital, se materializará en gobiernos con políticas que ensanchaban la acción empresarial, en términos políticos, con beneficios sustantivos en lo económico. Los gobiernos desde MMH, en una línea de adelgazamiento estatal continuo en el tiempo, y consolidando al empresariado como actor político, así como el afianzamiento en modificaciones jurídicas claves con Salinas de Gortari y el rescate del Fobaproa y la privatización de Ferrocarriles Nacionales de México con Zedillo, es decir, con vocación empresaria, dejan ver que debajo de la epidermis de la clase política hegemónica se encontraba la sangre y carne de los intereses empresariales, es decir, el gobierno como administrador de los asuntos del capital.

Con Fox (Coca Cola mediante), Calderón (y su ofensiva al Sindicato Mexicano de Electricistas) y Peña Nieto (Televisa) destaca un maridaje sin límites. Pero hay un caso emblemático que no puede soslayarse: el acto de entrega de Calderón de la Medalla Belisario Domínguez a Alberto Bailleres (AB), representante del gran capital (“soy totalmente Palacio”), integrante del Consejo Mexicano de Negocios, con influencia decisiva en el CCE, pero con pocos méritos en la defensa de la democracia en México. En la entrega AB destacó el enorme amor a México: “Recientemente, esta administración, en concierto con los partidos políticos, convino medidas trascendentes para cimentar el futuro de México. Los ciudadanos fuimos gratamente sorprendidos por una clase política que mostró que, cuando hay visión compartida, diálogo, voluntad y amor a México, es posible lograr los cambios estructurales que hasta hace poco eran inimaginables”. La Belisario Domínguez, en ese momento, resumía el nexo entre Élites políticas-Gran Capital, que en una de sus dimensiones se expresaba a su vez en el territorio y concesiones en México, en este caso a empresas mineras. Falta agregar a esta información que AB (el Grupo Peñoles) tiene 2 millones 261,196.86 hectáreas en concesión, de un territorio mexicano que “tiene una superficie de 196 millones de hectáreas”. La concesión a las mineras aumentó drásticamente con los gobiernos nacionales panistas, en particular con Calderón, llegando a alcanzar el 25% del territorio nacional continental. El amor por México se empaña por la pasión por los negocios.

Algunos botones de muestra del accionar directo o indirecto del CCE en la coyuntura actual: 1) Renuncia del historiador Pedro Salmerón al Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. El motivo de tensión fue por la alusión de Salmerón de que los jóvenes de la Liga Comunista 23 de septiembre eran valientes. Sin introducirnos más a la discusión, recordemos las palabras de R. Sendic, dirigente tupamaro (Uruguay): “No son equiparables las luchas por el progreso y las torturas y las muertes que se han perpetrado para mantener las injusticias vigentes. No hay comparación posible”. Años después, en la misma tesitura, las Madres de Plaza de Mayo en palabras de Hebe de Bonafini, reivindicaban a sus hijos y sus acciones. En su complejidad, se trata de argumentos que han generado gran tensión en América Latina, lo que dio pie en la experiencia argentina a la Teoría de los dos demonios.
2) La designación de Rosario Piedra Ibarra como titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Hermana de un guerrillero desaparecido e hija de la fundadora del Comité Eureka y del Frente Nacional Contra la Represión, Rosario Ibarra de Piedra, su llegada a la CNDH generó un enfrentamiento entre distintas fracciones parlamentarias y de dos ex presidentes provenientes del panismo, Felipe Calderón y Vicente Fox.

3) La disidencia de gobernadores por el manejo informativo de las autoridades de Salud, a la par de una ofensiva mediática múltiple en personajes del duopolio informativo, encontrando el clímax en los llamados del periodista J. Alatorre de no obedecer a López-Gatell (más allá de los matices posteriores).

4. En la coyuntura de la pandemia, el CCE dirige su energía crítica hacia el manejo gubernamental frente al Covid-19, las repercusiones en la economía y la no inclusión de un conjunto de posturas del empresariado mexicano, en el marco de la crisis sanitario-económica. Se demanda la preparación para la revocación del mandato, el énfasis en una recuperación económica distinta a la planteada por el gobierno nacional, se reedita la crítica a la intervención estatal (la respuesta política de AMLO fue de que "Ya mandé la carta con los 15 grandes empresarios, las 15 grandes corporaciones que le deben a Hacienda Pública, deben incluidas multas y recargos 50 mil millones de pesos", entregada discretamente al CCE), así como se despliega un marco de guiños a fracciones parlamentarias y alianzas con organizaciones de trabajadores de sindicatos con perfil empresarial (sindicalismo blanco), tratando de diluir el CCE que no representa a un segmento concreto del capital sino a la sociedad toda. Sinteticemos el sentir crítico del CCE por un gobierno que se aparta de su tarea como administrador de los asuntos del capital. Quizá es un poco mecánico, pero hay coincidencias que nos hacen pensar que la historia ocurre dos veces: la primera como tragedia, en los orígenes del CCE, y la segunda como farsa, en la coyuntura actual, rememorando a Marx en sus referencias de Hegel.

UAM Xochimilco

Google News

TEMAS RELACIONADOS