El día 3 de abril, recién, se realizó en las instalaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco (UAMX), la Mesa de análisis “El triunfo de Javier Milei en Argentina y sus implicaciones para América Latina”. Participaron Rosa María Marcuzzi, Fabiola Escarzaga y Sergio Astorga. En el evento se describió el proceso en la experiencia argentina del bipartidismo, con la presencia de la Unión Cívica Radical y del Partido Justicialista, acompañando la historia del siglo XX hasta hace pocos años; por otro lado, del ascenso de dos coaliciones, es decir, de bi-coaliciones que agrupan destacamentos políticos distintos, con puntos de encuentro frágiles aún, que al calor de acontecimientos en algunos casos se moderan (el disciplinamiento de las fuerzas más conservadoras), en otros, se expanden (la discontinuidad y la crítica por la ruptura del contrato social y de los mecanismos de cohesión social que se han dado en la experiencia argentina). En este orden, el fenómeno Milei ha generado múltiples sentidos y determinaciones.

Acompañó parte de la exposición la preocupación por señalar el desencantamiento frente a los partidos políticos, la incomprensión para hacer legibles los nuevos rumbos del quehacer político, así como las dificultades para leer del arcoíris social el caudal de exigencias sociales que se apartan de lo convencional. Dicho de otra manera, el diagrama tradicional de la política presenta fracturas, lo que entre otras cosas generó una amplia votación de jóvenes a favor de Milei y, en la ironía, de sufragios numerosos de segmentos sociales empobrecidos que eligieron un modelo que va en contra de sus intereses objetivos, pero pesó más la exigencia de cambiar (con rumbo claro para el equipo y socios de Milei, incierto para los grupos populares).

Otra parte de la exposición subrayó los alcances de la Doctrina Monroe/Destino manifiesto (América para los americanos), que originalmente reafirmaba la construcción del escenario para evitar la intromisión de los países colonialistas europeos en América (eso de compartir el botín no es negocio, al menos redondo), y que en la coyuntura adquiere un punto de tensión considerable. Vale describir la historia reciente: el presidente Milei viaja a Ushuaia, frente al supuesto desaire de los gobernadores del sur profundo argentino a la visita de la general (a) del ejército estadounidense Laura Richardson, comandante del Comando Sur (SOUTHCOM). Las razones de la visita de la militar estadounidense son muy claras: “La República Popular China está realizando un juego de largo alcance con el desarrollo de sus sitios de doble uso y facilidades a lo largo de la región. El mensaje que baja es que sus inversiones son pacíficas, pero, de hecho, muchas tienen diferentes funciones a futuro con múltiples accesos a pasos navales estratégicos. Estas inversiones incluyen infraestructuras críticas/vitales, tales como puertos en aguas profundas e instalaciones cibernéticas o espaciales. En Panamá, las SOEs, empresas controladas por la República Popular China, pero de pertenencia estatal, continúan pujando por proyectos relacionados al canal de Panamá, un paso de control estratégico global”.

Haciendo una relectura del mensaje de Richardson, el apunte del presidente Milei aclara todo: los argentinos como pueblo, ambos (Estados Unidos y Argentina) estamos en “la defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada”. Navegando en la historia, Milei alude a los líderes fundadores de los respectivos países engolosinados en el matrimonio por conveniencia (occidental), los que “pudieron emprender las expansiones territoriales más importantes de su historia, a la altura de la ambición y vitalidad de sus pueblos”, que desde una perspectiva –que es la de Milei- está avalando la ambición imperialista que despojó, por ejemplo, a México de la mitad de su territorio, y fue el motor para intervenciones sistemáticas en la región (“el patio trasero”), y en el caso argentino, la Guerra del Desierto, que implicó el despojo de la población originaria que allí vivía (el término desierto tenía una connotación de invisibilidad de las poblaciones), y el surgimiento de la concentración de la tierra en pocas manos, configurando la poderosa oligarquía rural.

Milei sigue esta ruta (es su mapa de navegación política), bajo el supuesto de que “Occidente corre riesgo, corre peligro, en parte por darle la espalda a estas ideas”, de allí la “alianza estratégica” con “aquellos que compartimos una visión del mundo”. Y en posición poética, que esta relación “permita que el árbol de la libertad extienda sus raíces a todos los rincones del planeta, para que ningún ciudadano del mundo sea sometido nunca más a los arbitrios de dictadores, autocracias, fanáticos religiosos o comunistas (rematando/NE), tomando distancia de cualquier fanatismo religioso”, concluyendo “que Dios los bendiga y que las fuerzas del cielo los acompañe” (liturgias incluidas) –“Viva la libertad, carajo”.

Qué diferencia con el “Retoñarán aladas de savia sin otoño, reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida, porque soy como el árbol talado que retoño: porque aún tengo la vida” (Miguel Hernández), fragmentos de textos del poeta español, que fueron borrados en Madrid por las iniciativas del Partido Popular con el guiño de Vox, en 2020. “Para la libertad”.

Articulado lo señalado a la colaboración anterior, se puede sostener que la Argentina que pretende edificar Milei tiene la pretensión de ser cabeza de playa del experimento neoconservador; como el mismo Milei lo apuntó hace meses: “queremos ser el faro moral del continente”. Su ofensiva general multilateral hacia China, Irán, el Brasil de Lula, López Obrador; en la entrevista cómoda para CNN, con la complicidad de Andrés Oppenheimer, Milei fue cuestionado sobre quiénes considera los peores presidentes de la región. "Sin duda, los peores, por escándalo, digamos lo que tiene que ver con la dictadura de Venezuela, con el comunismo que quiere impulsar en Colombia Petro, o lo que tiene Nicaragua, o Cuba. Son verdaderamente despreciables", todos ellos “socialistas”. En lo interno, también es una política de alta intensidad hacía grandes segmentos poblacionales, entre otros los jubilados, los maestros, los científicos, los sindicalizados, los trabajadores estatales. Este despliegue agresivo hacer recordar a Martin Niemöller: "Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada, porque yo no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí" (¿Habrá leído el artífice del genocidio en Gaza, sí, el asesino Benjamín Netanyahu a Niemöller?).

En otro evento, realizado el 4 de abril (Seminario de coyuntura, impulsado por la Maestría en Relaciones Internacionales y colegas del Departamento de Producción Económica –UAMX-), con la participación de Julio Gambina, volvió a tocarse la problemática argentina. Mientras que para A. Pinochet las cuentas de vidrio tenían que ver con la Escuela de Chicago, en el caso de Milei es la Escuela Austriaca de Economía, en particular Murray Rothbard, autor que en general, vale decir, no ocupa un lugar de relieve en la currícula de las escuelas de economía. Puntos comunes a lo ya señalado, en donde Gambina no ve “alternativa en el sentido común tradicional”. Incluso recordando algo planteado por la famosa conductora Mirtha Legrand: frente a Milei, "Da temor expresarse, no dije nada malo". Gambina, abarcando un espectro amplio de la sociedad argentina, señalaba: “La clase dominante lo apoya, pero también le tiene miedo” (incluyendo, ironías aparte, como apunta Jorge Alemán, que “el colaboracionismo no fue tocado en Argentina”).

Hay tareas pendientes, como la construcción social de un umbral de intolerancia frente al despojo y políticas deshumanas. Para encarar la reestructuración del capital, se aludió a la importancia de construir cohesión social a través de la movilización. Pero sin pesimismos, es pertinente destacar que hay cierto cansancio de la izquierda y de sectores progresistas, lo que no impide hacer la crítica a la visión fatalista de que la ofensiva de la derecha se desmoronará con el paso del tiempo. La acción social que exige la coyuntura pasa por la crítica al despliegue antidemocrático en la gubernamentalidad de Milei, por el cansancio social por hambre y anulación de la personalidad, por la rehechura de banderas de rebeldía en el entendido, como apunta F. Manchón, de que se votó por un cambio, pero no por el cambio que está en curso, como construcción social (la complejidad está en escena, basta recordar que Milei -66% de opiniones positivas- desbancó al presidente mexicano López Obrador -62%-, ocupando el segundo lugar como uno de los presidentes con más aprobación en la encuesta internacional de Morning Consult –reprobado parcialmente en la dimensión doméstica y, al mismo tiempo, aprobado, según la encuesta-.

Quizá frente a las formas tradicionales de hacer política, que fueron descolocadas por la acción bisagra de los medios de comunicación hegemónicos y las nuevas formas digitales de comunicación política, junto con el poder del capital concentrado, es momento de ensayar otros caminos. Ahora sí que razonar y sentir (E. Galeano) o traer a A. Machado a nuestra encrucijada: “cuando de nada nos sirve rezar, caminante no hay camino, se hace camino al andar”

PS. Muy mal la acción policíaca ecuatoriana de intervenir la embajada mexicana en Quito. El horno no está para bollos.

Profesor UAM

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