Todo empieza con Tinder.

Ella, (Jodie Turner-Smith) una abogada frustrada por el fracaso en su más reciente caso. Él, un empleado sin mucho chiste y con menos dinero (Daniel Kaluuya). Ambos se conocen en Tinder y deciden cenar en un típico diner norteamericano.

La escena es irremediablemente tarantinesca. La pareja, que recién se conoce, habla de todo y de nada. La cita no parece que tendrá el final que toda cita de Tinder suele tener, pero de todas formas él (que es un caballero) se ofrece a llevarla a su casa.

En el camino, una patrulla los detiene. Se trata de un policía blanco deteniendo en medio de la nada a una pareja afroamericana. Cuando un escenario así sucede en Estados Unidos, ya sabemos cuál será el desenlace.

Y en efecto, el policía blanco le pide a él (que desde ahora lo llamaremos Slim), que le enseñe los papeles, que baje del auto, que le permita revisar la cajuela, que se calle y obedezca. Mientras tanto ella (que ahora le llamaremos Queen) permanece en el asiento del pasajero no sin reclamarle al policía (al fin abogada) sobre el abuso de autoridad que comete.

Los ánimos se caldean, el policía le dispara a la abogada y el chico se abalanza contra el policía. En el forcejeo el chico logra arrebatarle la pistola al agente y lo mata. La pareja, que se conoció en Tinder, que estaba tranquila en un diner, que iba rumbo a casa, ahora se convierte en un par de fugitivos.

Lo que empieza como una típica cinta tarantinesca, se transforma en tremendo drama racial, pero las cosas no quedarán ahí. La pareja huirá para tratar de llegar a la frontera y salir del país. Obvio, saben que aunque lo ocurrido fue en defensa propia, el color de su piel los condena.

Así, la película se transforma en un muy peculiar road trip donde, por un lado, la trama va lanzando dardos sobre el eterno y al parecer irresoluble problema racial, con personajes que proyectan las varias caras de la moneda (el señor que los apoya y les pregunta si son los nuevos Black Panthers, los parroquianos del bar que los festejan por haber matado al policía blanco, o un adolescente fanático que se “inspira” en ellos y los ve como héroes), pero por otro lado, la necesaria convivencia, la camaradería de los condenados, las pláticas entre huidas van transformando al filme en una película dulcemente romántica, de dos personajes en apariencia opuestos, que al final se complementan.

La directora, especialista en videos musicales, Melina Matsoukas, debuta con esta emocionante película de la mano de Lena Waithe y James Frey en el guión. Contrario a lo que usualmente sucede con los directores emanados del mundo del video, Matsoukas no comete excesos de estilo, al contrario, expone una gran habilidad para el encuadre y el corte preciso, de tal forma que el ritmo nunca decaiga y que visualmente la película siga siendo atractiva.

Aunque nada funcionaría sin el rapport de sus protagónicos y la personalidad deslumbrante de Jodie Turner-Smith quien resulta una auténtica revelación, aportando a esta cinta no sólo su belleza a cuadro sino además un ímpetu inquebrantable.

No sin problemas de guión (cierto “homenaje” a The Green Book que se cae por forzado o por innecesario, y cierto diálogo sobre explicativo que hace spoiler del final) son apenas un par de manchas de un filme bien logrado, militante sin ser panfletario, pertinente para lo que sucede en Estados Unidos, y que al final, conecta muy bien sus temas sin volverse en un filme didáctico y regañón.

Si, te hablo a ti, Da 5 Bloods...

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