Casi al inicio de Athlete A -el documental de Bonni Cohen y Jon Shenk sobre el infame caso del doctor Larry Nassar- una ex gimnasta y sobreviviente del acoso por parte del doctor Nassar- anota un hecho interesante y poco conocido: antes de los años 70, las gimnastas eran mujeres de aproximadamente 20 años, no fue sino hasta la calificación perfecta obtenida por Nadia Comăneci en 1976 que las gimnastas se entrenaron desde muy pequeñas (seis años) con la creencia de que esto producía mejores atletas al tener menos estatura y poco peso.

El triunfo sostenido del equipo de gimnasia de los Estados Unidos en las competencias olímpicas desde los años ochenta hasta la actualidad, habría sido gracias a dos entrenadores, aquellos que hicieron de Comăneci una máquina perfecta e impoluta: Béla y Márta Károlyi.

Con mano de hierro, estos rumanos deflectores, acogidos por la llamada US Gymnastics -organización con fines de lucro dedicada al entrenamiento de atletas rumbo a las competencias olímpicas de gimnasia- impusieron su método como única vía para llegar al oro olímpico en gimnasia.

Gracias a los testimonios de muchas atletas que han podido finalmente alzar la voz, sabemos que el método de los Károlyi no era sino la degradación sistemática de estas niñas atletas, donde las máximas eran el miedo, la intimidación y el silencio. Desde cachetadas y demás castigos físicos, hasta la humillación si las niñas subían de peso, se enfermaban u osaban quejarse con sus padres.

Es en este escenario de terror en el que Larry Nassar encontró terreno fértil para la depredación. Osteópata del equipo nacional de gimnasia por más de dos décadas, Nassar atendía a todas las jovencitas con buen ánimo, haciéndose pasar por “el tipo bueno” en un infierno de regaños, castigos, gritos y golpes. Pero esto no era sino un disfraz de oveja, poco a poco las denuncias por tocamientos indebidos y demás prácticas claramente ilegales ante las menores llegaron al escritorio de los Károlyi, hasta que la cúpula de la US Gymnastics se enteró del tema e hizo lo increíble: callar a toda costa.

El recuento de esta infame historia es el tema de Athlete A (USA,2020), pero a diferencia de otras producciones propiedad de la empresa de streaming (el muy aclamado pero definitivamente fallido documental sobre el caso de Jeffrey Epstein, Filthy Rich), en este documental no se trata de atizar el morbo, asustarnos con la descripción exacta del monstruo depredador, o hacer simple recuento de los hechos.

Cohen y Shenk hacen de su documental una reveladora denuncia sobre lo podrido del sistema olímpico de Estados Unidos. Con una estructura sumamente convencional, de cabezas parlantes, música manipuladora, y una puesta en imágenes funcional, el gran acierto es no hacer del morbo el motor de su historia.

El centro del documental no es el monstruo, ni el relato exacto del acoso, sino el testimonio de las sobrevivientes (que no víctimas), que gracias al trabajo de un puñado de periodistas tomaron el valor suficiente para alzar a la voz y denunciar la podredumbre que las rodeaba.

Así, el documental inicia con la crónica sobre cómo el Indianapolis Star hizo la primera investigación sobre acoso sexual perpetrado por el doctor Nassar, el en apariencia afable, simpático y muy querido doctor del US Gymnastics. Poco a poco los periodistas fueron jalando el hilo de una madeja impresionante: casi 100 mujeres, atletas todas, nueve incluso ganadoras de medallas olímpicas, que narraban cómo es que Larry Nassar las había molestado sexualmente.

El documental es, claro, parte de una denuncia aún mayor, toda vez que hoy día sólo se ha condenado a Nassar, pero pero no aquellos que hicieron caso omiso a las denuncias y que con ello claramente se volvieron cómplices.

Impactante, con el enfoque adecuado, sin pizca de morbo y con el claro objetivo de ayudar a que finalmente llegue la justicia, lo cierto es que después de experimentar este documental, jamás podrán ver los juegos olímpicos de la misma manera.

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