Los recientes litigios de la 4T apuntan de forma directa a una pregunta: ¿el Estado mexicano está de regreso? Durante años AMLO insistió en la necesidad de recuperar al Estado que estaba al servicio de unos cuantos, de una “mafia del poder”.

En los últimos años, mediante las políticas “neoliberales” de privatización, los Estados perdieron el grosor de épocas anteriores, no es una problemática exclusiva de nuestro país. Se adelgazaron burocracias, se vendieron empresas públicas y se pusieron en práctica políticas de austeridad presupuestal. La llegada de la 4T también ha disminuido de forma importante a la burocracia; estructuras enteras han desaparecido; una multitud de empleos se ha cancelado; se han establecido topes salariales a la alta burocracia; amplias franjas presupuestales se han suprimido; se han impuesto fuertes políticas de austeridad en varios decretos. ¿Será esta una nueva manera de recuperar al Estado y fortalecerlo?

En el discurso AMLO ha insistido en la necesidad de separar al poder económico del político. Tampoco es exclusiva de México la captura del Estado por intereses particulares. Un tiempo se insistió en que la orientación de los Estados modernos no era su tamaño, sino sus capacidades de regulación y de autonomía frente a los intereses del mercado. El realineamiento electoral de 2018, que llevó a AMLO a la Presidencia, tenía como telón de fondo la captura del Estado en varios espacios: la inseguridad y el crimen organizado manejaban territorios y regiones para imponer su ley; los grupos económicos dominantes ordenaban la vida de los instrumentos de regulación pública; la impunidad y la corrupción reinaban en buena parte de la vida pública debilitando la rendición de cuentas y la impartición de justicia. Ese país dio un golpe de timón en el 2018 y hoy podemos preguntarnos: ¿hemos avanzado para recuperar al Estado?

En seguridad se ha intentado recuperar la frontera entre autoridad y crimen, que se había borrado, pero estamos muy lejos de una mejoría notable en las cifras de los delitos de mayor impacto. Entre el gobierno actual y los grupos económicos ha habido una dinámica de estira y afloja, sin que se tenga un resultado definido, cada parte ha tenido pérdidas y ganancias. En impartición de justicia hay algunos signos positivos con casos emblemáticos, pero es tan grande el retraso y las desviaciones, que el saldo de impunidad todavía es muy negativo.

En la 4T hay logros importantes como el incremento al salario mínimo y la regularización fiscal de las grandes empresas, pero todavía falta para tener una recuperación salarial y un mercado interno más fuerte y dinámico. Los recursos fiscales de nuestro país se ubican en uno de los niveles más bajos de América Latina y en una posición muy lejana de nuestros socios comerciales y del club de la OCDE, al que pertenecemos. No se ha querido hacer una reforma fiscal que ponga al día los recursos que necesita el país para el tamaño de sus necesidades. Ahora con la crisis del Covid-19 las condiciones son poco propicias para un ajuste fiscal, cuando se han perdido cientos de miles de empleos y muchas empresas están en graves problemas para sobrevivir.

AMLO ha dicho que la fortaleza del Estado tiene que ver con sus empresas, por eso se ha dedicado a la recuperación de Pemex y la CFE. Sin embargo, hay un fuerte debate que abre su iniciativa preferente sobre la industria eléctrica para “poner orden” frente a empresas privadas y extranjeras. ¿Cómo resolver el dilema de que la CFE vuelva a ser el actor dominante en la industria eléctrica, aunque sea con insumos contaminantes o que se tenga una energía más limpia con empresas privadas? La SCJN le puso un alto a la idea de cambiar las reglas del juego con las empresas privadas, y se prevé que suceda lo mismo con la iniciativa de ley preferente que mandó AMLO al Congreso. ¿Cómo recuperar al Estado?

Son tiempos de definiciones sobre el tipo de Estado que necesita el país para hoy y el futuro próximo. Urgen buenos resultados. Veremos…

Investigador del CIESAS.
@AzizNassif

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