A México le urge capacitar a los maestros para que tengan herramientas y habilidades para atender a niños que presentan algún tipo de discapacidad intelectual, aseguró Ingrid Morales Bruner, directora de Cedar Valley School, colegio que tiene como objetivo ayudar a quienes les cuesta mucho trabajo aprender y en donde toda la plantilla de profesores está especializada en algún tipo de terapia.

En entrevista con EL UNIVERSAL, la también sicóloga señaló que la falta de formación en los cuerpos docentes no distingue entre lo público y lo privado, y exhorta a la Secretaría de Educación Pública (SEP) para que sea más abierta respecto a la inclusión de otros profesionales de la educación. “Es lamentable que para entrar al ámbito público uno deba ser maestro normalista, tener un Ceneval, que sicólogas o pedagogas no puedan ser maestras de grupo por no cumplir con estos requisitos, a pesar de tener una mejor formación”.

En palabras de Ingrid, Cedar Valley School es el primer colegio en el país que atiende a niños con problemas de neurodesarrollo de una manera personalizada. Cuenta con 35 maestras para atender a 60 menores de edad. “Nuestra plantilla es muy amplia para la cantidad de niños, porque tenemos a las maestras que llevan los contenidos de la SEP y luego damos talleres en los que se trabaja con cada uno de los pequeños, específicamente en las habilidades que hay que desarrollar”.

Mencionó que esta escuela es una opción para las personas que tienen problemas con lectoescritura o en la parte matemática, “para niños que necesitan estar todo el tiempo con mucha estimulación, trabajando con terapeutas por la tarde, que deben ir al neurólogo y tomar medicamentos”.

La experta in      dicó que en el sistema educativo actual, sí hay inclusión, pero a medias, porque usualmente las profesoras de grupo necesitan de un apoyo conocido como “sombra”, el cual se encarga de cuidar y atender a quien presenta alguna discapacidad. “Estos niños van siendo excluidos, y llegan a sentirse tontos o que no pueden, pero son pequeños con mucho potencial”.

En Cedar Valley se trabaja de manera integral, cada clase tiene una intervención terapéutica y se incluyen los temarios que marca la SEP, pero la directora añade que van al ritmo del menor de edad. “Ellos van a llegar a donde tengan que hacerlo, pero con tiempo, con herramientas y con las personas indicadas que puedan ayudar a esos niños a sacar todos sus procesos”.

Especialización que marca la diferencia

Los 35 maestros de Cedar Valley son terapeutas y trabajan en equipo para poder aportar algo nuevo en cada uno de los niños, si un menor de edad tiene problemas motrices, se le apoya con sicomotricidad, si necesita apoyo en el lenguaje, se le brindan herramientas.

“Todos nuestros niños tienen picos, sobresalen en algunas cosas y en otras su nivel está muy bajito, el objetivo es que estas áreas altas las potencialicemos y sean su guía en un futuro, mientras que las bajitas las vamos a dejar en un nivel promedio para que vayan siendo niños más funcionales”, explica.

En esta escuela se priorizan las emociones, algunos llegan “muy dañados” porque en otros colegios los hicieron sentir mal o porque la familia está muy estresada.

Ingrid Morales afirma que hay niños que llegan con pocos deseos de aprender, a los que es necesario enseñarles a autorregularse para evitar frustraciones y enojos que incluso pueden llegar a los golpes: “Nuestra tarea es que se sientan seguros para formar niños felices, porque un niño feliz es un adulto exitoso, si tenemos niños frustrados no sabrán qué hacer con su tiempo”.

La parte lúdica es fundamental para atender a los alumnos de este colegio, las matemáticas se aprenden jugando; en la lectoescritura, además de leerles cuentos, se hacen representaciones de éstos para que aprendan a realizar cosas cotidianas de la vida.

“Por ejemplo, si en un cuento una familia de osos prepara agua de limón, los niños aprenden a hacerla, vamos organizando su pensamiento, que sepan qué paso va primero, cómo exprimir los limones, después echar azúcar. Así ellos pueden realiza estas actividades de mejor manera”.

Cedar Valley sólo cuenta con nivel primaria, su objetivo es que cuando los estudiantes egresen sean capaces de ingresar a una secundaria y puedan resolver las diferentes asignaturas, además de tener un criterio propio, realizar trabajos en equipo y tengan bases sólidas en español y matemáticas, “que son las habilidades más importantes para nosotros porque son las que se usan a lo largo de toda nuestra educación”, explicó.

Este centro de estudios es joven, hace ocho años inició con clases para niños de cinco niños y en su séptimo ciclo escolar atendió a 60 menores de edad.

Ingrid Morales asegura que por el momento no hay planes de expandir este proyecto, prefieren consolidar la educación primaria y tener generaciones exitosas. “No pensamos en expandirnos porque nos tendríamos que partir y estos niños lo que necesitan es mucha atención, sostén, no podríamos estar en muchos lados porque entonces perderíamos nuestra calidad”.

Comentó que Cedar Valley busca ser una certeza de apoyo, “siempre entramos a las familias como una apuesta porque no somos dioses, pero vamos a ver qué necesita el niño, vamos a hablar con honestidad, ver si hay mejoría; de lo contrario, decírselo a los padres de familia para saber si se requiere de un genetista, si es necesario mandarlos de nuevo al neurólogo. Tenemos que dar seguimientos muy precisos a los pequeños para que sea más fácil para un médico evaluarlos”.

Inclusión inaccesible

Pese a que Cedar Valley cuenta con planes de becas que pide la SEP, además de ofrecer facilidades de pago y negociar con los padres de familia, es una escuela con costos elevados, la cuota de inscripción y mensualidad oscila entre 15 mil y 20 mil pesos.

La directora de la escuela resaltó que a nivel público existen centros de apoyo para estos menores de edad y terapeutas que trabajan en consulta privada que se ajustan a los diferentes presupuestos.

Reiteró que  la solución para poder atender a niños con discapacidad intelectual está en la capacitación, que un maestro sea capaz de distinguir cuando un alumno tiene  algún problema: “Es indispensable que los profesores cuenten con estrategias,  es muy triste que a veces los docentes no sepan ni qué es déficit de atención. Falta mucha especialización para poder meterse a la parte clínica de los niños”.

Para Ingrid, “cada niño es un reto, por lo que tenemos que ser súper éticos y profesionales con cada uno de ellos   , entender cuáles son sus capacidades y definir la línea de acción. Hay quienes tienen dificultades muy severas, que no van a cambiar y hay otros que pueden mejorar, ahí está nuestra labor, estimularlos para que sean mejores”.

La directora de Cedar Valley School pide a las autoridades que inviertan en capacitar a maestros, “para poder ayudar a nuestros niños porque son el futuro de México”.

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