Las primeras filas de asientos en la conferencia matutina del presidente de México están llenas, todas ocupadas por mujeres de distinta vestimenta, tinte de cabello, zapatos y edad; pero todas listas para ser testigos de la firma del Acuerdo Nacional por la Igualdad.

Durante la firma del acuerdo se prometen muchas cosas, que si empleos mejor remunerados, con más tiempo para ellas mismas o para cuidar a la familia, que si garantizar seguridad, salud y educación. Promesas, promesas, promesas.

Alguien bosteza, una más suspira, mientras los periodistas de las filas de atrás pelean con una mano levantada por ser quien obtenga la palabra en las pocas oportunidades que este jueves ofrecerá el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Apenas termina la conferencia, y el presidente se despide con un ademán en la mano, ellas aplauden y una levanta un pañuelo verde, símbolo de la lucha para despenalizar el aborto en todo el país, una lucha que no ha encontrado campo de batalla en el Congreso de la Unión.

La titular del Instituto Nacional de las Mujeres, Nadine Gasman, se acerca al presidente para pedirle una fotografía, él asiente con la cabeza y ella hace un gesto para que todas las demás se acerquen, y empieza la carambola.

Como en estampida, todas suben al templete para abrazar, saludar y tomarle fotografías al presidente López Obrador. Van haciendo un círculo a su alrededor y lo llevan al frente. Ellas mandan y él obedece, se deja navegar.

Se acercan los fotógrafos y otras mujeres van buscando su lugar. Varias aparecerán en la fotografía con el particular pañuelo que una senadora del mismo partido del presidente (Morena) desdeñó hace unos meses desde su escaño.

Al encuadre se suman algunos hombres, hasta atrás, y con ellos se casi disuelve la presencia de la secretaria de Economía, Graciela Márquez Colín. En contraste, quien posa contenta, entre pañuelos verdes y hasta el frente, es la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.

“¡Whiskey!”, “¡Quesito!”. Las mujeres sonríen y el presidente con ellas. Él empieza su camino entre aplausos para salir del Salón Tesorería, a Olga Sánchez la detienen entre abrazos y le entregan un pañuelo verde. En eso, alguien grita: “¡Vivas nos queremos!”.

Todas las demás secundan al unísono y hacen retumbar el salón de conferencias matutinas y entregas de premios: “¡Vivas nos queremos!”. Termina la conferencia donde las mujeres recibieron seis compromisos especiales, pero ellas piden vivir.

cg

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