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Daniela Del Moral, de cinco años, tiene una sonrisa que ilumina su rostro. Abre sus ojos más de lo normal y no deja de mirar a su alrededor y admirar el helicóptero Cougar que se ubica en la explanada de la sede de la Secretaría de Marina (Semar) en la celebración “Un Día con la Marina”; sin embargo, insiste con la misma pregunta desde que llegó: “Mamá, ¿dónde está Frida? La quiero ver”.

Llegó minutos después de las nueve de la mañana a la sede naval de la mano de su mamá Gabriela Baigorria. En su otra extremidad carga el peluche que su mamá hizo y que está inspirado en la labrador de ocho años.

“Le hice su peluche de Frida, porque está enamorada de ella y como sacó buenas calificaciones se lo hice de regalo. Cuando se enteró que podría conocer a la perrita me dijo que la trajera y aquí estamos desde temprano para conocerla”, comenta mientras su hija corre hacia donde está el espacio de los Binomios Caninos y donde decenas de personas también esperan la aparición de Frida.

Es mediodía y los gritos de “Frida, Frida”, comienzan a surgir entre la gente que ha llegado de todos los puntos de la capital. También hay turistas de Venezuela que aprovecharon su estancia para conocer a la famosa rescatista.

Gabriela Baigorria no para de recibir elogios y peticiones para que los asistentes al encuentro se tomen fotos con el peluche de su hija. “¿Dónde lo compró? Porque también lo quiero para mis hijos”, le preguntan con insistencia.

Cuando por fin Frida hace su aparición, los aplausos no paran como reconocimiento a su labor en los sismos del mes pasado y en su trayectoria en localizar a más de 50 cuerpos, 12 de ellos con vida.

Por su pequeña estatura, Daniela logra colocarse hasta delante de la multitud y logra por fin ver a quien considera como su heroína de carne y hueso.

“Gracias Frida, muchas gracias”, comenta mientras aplaude y su mamá la vigila a unos pasos de ahí.

Pasa de mediodía y la celebración está a punto de terminar; sin embargo, familias completas siguen llegando a las instalaciones de la Semar, mientras otras se marchan, como es el caso de Daniela y su mamá, quienes agradecen a la institución el haber abierto sus puertas a la gente y que su hija, y miles de personas hayan conocido de forma más directa la labor de la Marina.

“Esperemos que no sea la única ocasión y que nuevamente nos inviten a su casa”, comenta Gabriela Baigorria, mientras su hija Daniela sale contenta de haber conocido a su héroe de cuatro patas.

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