Sentado en el jardín de su casa, Lorenzo Meyer, historiador y profesor de El Colegio de México (Colmex), hace un breve repaso sobre el acontecer de nuestro país y la libertad de expresión. Recuerda la época colonial, pasa por la Revolución y llega al siglo XXI. Todo para advertir que hasta antes del 1 de diciembre de 2018 vivíamos en un ambiente de censura.

Rechaza que el presidente Andrés Manuel López Obrador haya puesto en riesgo la libertad de expresión a través de sus señalamientos a los medios de comunicación y personas que lo critican. De hecho, asegura que la libertad de expresión es un pilar de la Cuarta Transformación, y si en algún momento el Presidente limita ese derecho, tocaría de muerte a su proyecto político.

“Es indispensable [la libertad de expresión], no se puede pensar en el nuevo proyecto sin eso”, expresa el experto, quien critica que dentro de los medios de comunicación hay una pluralidad sesgada que se enfoca en los tropiezos del gobierno y no en sus avances.

Por ese motivo, el investigador destaca que el presidente López Obrador haya instaurado sus conferencias matutinas, pues es un fenómeno nuevo en México y en el mundo que permite al Mandatario exponer su proyecto político.

¿La libertad de expresión está garantizada en México?

—Mi respuesta contundente es sí, yo la veo particularmente a través de la historia: en el México colonial había restricción, para eso estaba la Inquisición, para ver qué se publicaba y qué no. En el siglo XIX, cuando ya fuimos un país independiente, Imperio-República, la censura fue una de las características.

Según Daniel Cossío Villegas, en su Historia moderna de México, en la República Restaurada la prensa era muy libre, la caricatura era muy dura, incluso con [Antonio López de] Santa Anna, pero la prensa sólo llegaba a una parte de los mexicanos.

En el Porfiriato ni qué decir, no hay libertad de expresión (...) Con la Revolución se vuelve a poner sobre la mesa esa garantía (...) sí tienen ciertas libertades de prensa, EL UNIVERSAL y Excélsior son de ellos, pero cuando desde la óptica del gobierno se necesita, se manda la línea.

Ahora yo veo que las cosas cambiaron mucho, nunca habíamos tenido un presidente que da conferencias de prensa, por lo menos cinco días a la semana y que tiene a un grupo de periodistas (...) el fenómeno es nuevo en México o en el mundo.

Pero se ha criticado a las mañaneras, consideran que no son para rendir cuentas…

—La conferencia de prensa no está para eso (...) ¿Por qué no hacen otras conferencias de prensa diarias? Por ejemplo, que todos los periódicos hicieran una conferencia diaria y los editores de los diarios se pusieran todos los días ahí.

El formato no es neutral [de las conferencias matutinas], es el Presidente defendiendo sus políticas, pero no es el único foro, ¿por qué no hacen otros? Él la diseñó [su conferencia], es su diseño, pero no está impidiendo que no diseñen algo en contra.

En una carta 650 personas acusaron que la libertad de expresión estaba en riesgo por el Presidente de México, ¿tiene sustento?

—Quienes hacen estas observaciones, bueno, tienen sus razones, no está mal que lo digan, es una manera de alertarnos a todos en torno a ese problema, pero todavía estamos en el terreno del podría, que no es un hecho que ya pasó claro, contundente.

Dicen: “Vemos la amenaza, ahí está agazapada”, pero no dicen exactamente: “Ya nos censuraron aquí, ya nos censuraron allá, ya no podemos escribir, ya no podemos publicar”. Entonces es “lo veo”, “siento”, “me parece”, “quizá”. Bueno, muy su libertad de verlo así, como yo lo veo desde otro ángulo, acepto que ellos lo vean así.

¿Y no hay indicios de que en un futuro la libertad de expresión pueda ser afectada?

—De que hay amenazas todo el tiempo, en todas partes, hay siempre un riesgo latente de censura. En unos sistemas menos que en otros, pero una de las áreas en las cuales ha decidido este gobierno poner el acento es que hay plena libertad de expresión.

Si llegara a darse el caso [de que hubiera censura], el proyecto [de López Obrador] podría haber sido tocado en una parte central de su esencia, tocado y, hasta yendo ya muy lejos, podríamos decir tocado de muerte.

¿Es fundamental la libertad de expresión para este proyecto político?

—Es indispensable, no se puede pensar el nuevo proyecto sin eso, no se puede pensar porque es una de las condiciones básicas, la libertad de votar, la capacidad de sufragar teniendo opiniones informadas de diversas corrientes para poder hacer un juicio cada uno como ciudadano, tener alternativas, para empezar, porque hubo un tiempo en que no hubo ninguna, y tener elecciones creíbles.

¿El trabajo de los medios es objetivo en este sexenio?

— Están buscándole todas las posibles zonas de crítica y pocas de las partes positivas, en algunos simplemente no hay nada positivo, es una visión de una clase social, de unos grupos.

Hay que tener una prensa plural, tiene que ser libre, sin libertad de prensa no hay democracia, no puede haberla, tiene que ser plural, pero ese término de pluralismo es bastante ambiguo, puede haber uno por aquí y uno por acá, la pluralidad puede estar sesgada.

¿En estos momentos no hay pluralidad en México?

—Sí hay pluralidad, pero es una pluralidad sesgada.

El Presidente ha descalificado a la prensa, ¿debería cambiar su lenguaje?

—En esta dinámica [de la conferencia matutina] el Presidente tiene unos calificativos muy duros para cierta parte de la prensa, columnistas, que a mi juicio no son necesarios, creo que puede referirse al tema, al problema, sin mencionar al periódico, al columnista, creo que le da más importancia de la que tienen.

Quizá sería conveniente que no los tomara en cuenta, la base del Presidente no está en los que leen la prensa, quien lee la prensa es una clase media que en su mayoría no está con la 4T.

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