Bruselas. Bulgaria, el socio de la Unión Europea (UE) con el PIB per cápita más bajo, adoptará el euro a partir de este 1 de enero como la moneda de circulación nacional.
Con el fin de la leva búlgara, el prestigioso club de la zona euro, uno de los mayores logros del proceso de construcción de la UE, crece a 21 países.
Miembro de la Europa rica desde el 1 de enero de 2007, Bulgaria se adhiere al euro tras cumplir los cuatro criterios formales de convergencia y demostrar que puede sostenerlos a medio plazo.
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De acuerdo con las evaluaciones de la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE), hay estabilidad de precios -la media de 12 meses de la inflación fue del 2.7%, justo por debajo del valor de referencia del 2.8%; estabilidad presupuestaria -el saldo de la administración pública se situó exactamente en el valor de referencia para el déficit del 3%-; sostenibilidad en el tipo de cambio y los tipos de interés están por debajo del tope establecido en 5.1%.
“Pero destacan los retos actuales en los ámbitos de la corrupción, el blanqueo de capitales y la gobernanza (…) la inflación corre el riesgo de subir debido al aumento de los salarios, la escasez de mano de obra y la sensibilidad de los precios frente a factores externos, lo que podría afectar a la competitividad de costes”, alerta Martin Höflmayr, experto del Servicio de Estudios del Parlamento Europeo.
El euro desembarca en la nación del Mar Negro en un momento de turbulencia política. Tras semanas de protestas urbanas por escándalos de corrupción y de gasto excesivo, el gobierno del primer ministro Rosen Zhelyazkov se vio obligado a dimitir.
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El detonante de la inconformidad social fue una propuesta presupuestaria presentada en noviembre que aumentaba los impuestos y el gasto social. Los búlgaros, reacios a entregar más ingresos al Estado miembro más corrupto de la UE, tomaron las calles y, a pocos días de la llegada del euro, obligaron la caída del gobierno. Ahora tendrá que celebrar elecciones nacionales, la octava convocatoria en cuatro años.
La divisa europea llega también en una etapa de señalamientos por la erosión del Estado de derecho y la creciente presencia china en la economía.
La presidenta del Grupo de los Liberales (Renew), Valérie Hayer, demanda una misión de investigación para evaluar supuestas políticas encaminadas a socavar los valores democráticos y los intereses estratégicos de la UE en la región, así como la legalidad de las detenciones de opositores.
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Por su parte, el German Marshall Fund (GMF) ha alertado sobre la ejecución de una estrategia silenciosa para aumentar la participación económica china. La sutil maniobra está dándose a través de iniciativas de “poder blando” en complicidad con actores gubernamentales y empresariales locales.
“Bulgaria representa una oportunidad para que China aumente su presencia y persiga sus intereses estratégicos en Europa Central y Oriental. China considera a Bulgaria un socio atractivo debido a su pertenencia a la UE. El comercio entre ambos países casi se ha duplicado desde principios de la década de 2010”.
“Como miembro de la UE y la OTAN, Bulgaria debe equilibrar las oportunidades económicas con China y los riesgos para la seguridad nacional, las alianzas occidentales, el Estado de derecho y la democracia. Sin embargo, su conocimiento sobre la influencia de China sigue siendo insuficiente”, sostienen en un informe conjunto Asya Metodieva y Dimitar Keranov, expertos del GMF.
Bulgaria inició su camino al euro desde su adhesión, cuando sometió su economía a evaluaciones periódicas de convergencia; pero demostró tener sólidos fundamentos hasta 2025.
Si bien representa solo el 0.5% del PIB de la UE, su índice per cápita es el más bajo de todo el bloque, 34% por debajo de la media, y aporta 6.5 millones de usuarios, “la incorporación de Bulgaria a la zona del euro envía una fuerte señal política y económica de confianza en la viabilidad y los activos duraderos de la moneda única”, afirma la eurodiputada Eva Maydell, ponente en el Parlamento Europeo de la adhesión.
“Más de dos décadas después de la introducción del euro, la disposición de Bulgaria a adoptarlo el 1 de enero de 2026 reafirma la cohesión de la Unión y el papel del euro como símbolo mundial de estabilidad y unidad”.
El euro nació en 1999 como la moneda de uso común de 11 países y aspirando a poner fin a la hegemonía de Estados Unidos en el sistema global.
Arrancó con un PIB 13% inferior al de Estados Unidos. Conforme se fue ampliando, primero en 2001 a Grecia y después Eslovenia, Chipre, Malta, Eslovaquia, Estonia, Letonia, Lituania y Croacia en 2023, la perspectiva era que igualara o incluso superara a Estados Unidos.
Al paso de los años, el euro se ha consolidado como la segunda moneda del mundo; forma parte integral de la vida de unos 350 millones de europeos. De acuerdo con el Banco de Pagos Internacionales, en 2022 el euro participó en 37.2% de las transacciones del mercado de divisas y representó el 20% de las reservas de divisas mantenidas por los bancos centrales en 2024.
Sin embargo, ha incumplido las expectativas frente al dólar. La moneda estadounidense sigue siendo la piedra angular del sistema monetario mundial desde la Segunda Guerra Mundial, gracias a su dominio industrial, sus redes comerciales y su poderío financiero.
De acuerdo con la Unidad de Gobernanza Económica y Supervisión de la Unión Económica Monetaria del Parlamento Europeo, el euro ha quedado a deber debido a una serie de limitaciones derivadas de la fragmentación política, la segmentación de los mercados laborales y las débiles perspectivas de crecimiento a largo plazo.
Sostiene que sin un marco fiscal y un mercado de capitales unificado, el euro seguirá teniendo dificultades para proporcionar la escala de activos seguros y de liquidez que los inversionistas exigen en una moneda de reserva.
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