Cercano a la gente, a su pueblo y no como la representación de una deidad, quizá así será recordado el tiempo del emperador Akihito en el trono, quien abdicará el próximo 30 de abril en nombre de su hijo: el príncipe Naruhito.

Akihito rompió con muchas tradiciones que seguían vigentes durante el tiempo del emperador Hirohito, quien, tras la Segunda Guerra Mundial, lanzó la Declaración Mundial de la Humanidad. Ese gesto significó abandonar públicamente su rol de representación de los dioses y se convirtió en un símbolo de unidad para todos los japoneses.

Akihito, nacido el 23 de diciembre de 1933, fue el quinto hijo y primer varón del emperador Hirohito y de la emperatriz Nagako. Sus hermanas son la princesa Teru, Hisa, Taka, Yori, Suga, y también tuvo un hermano: el príncipe Hitachi. Desde niño, la historia del emperador Akihito fue un poco distinta, aunque a los tres años se le separó de sus padres para ser educado con tutores, como dictaba la tradición, después fue el primer miembro de la familia imperial en ir a un colegio público: la escuela Gakushuin, en Tokio.

El actual emperador creció durante la guerra entre la República de China y el imperio de Japón y el posterior empobrecimiento de su nación. Fue alumno de Gakushuin en la época de la Segunda Guerra Mundial: en marzo de 1945, durante el bombardeo a Tokio, Akihito fue evacuado de la ciudad.

Después de que Japón perdiera la guerra y bajo la ocupación estadounidense, Akihito tuvo varios profesores privados, por ejemplo, Elizabeth Janet Gray Vining, bibliotecaria y escritora, le dio clases de inglés. Otro de sus docentes fue Shinzo Koizumi, un economista, quien fue el rector de la Universidad Keio, autor de 26 libros; introdujo al país a la teoría económica moderna.

Durante ese tiempo, según el libro Imperial Biologists. The Imperial Family of Japan and Their Contributions to Biological Research, Akihito comenzó a interesarse en la biología y en la historia. Entre sus pasatiempos estaba la fotografía, el dibujo y pintaba al óleo.

En la escuela Gakushuin, el actual emperador también se involucró en la economía y en las ciencias políticas. Koizumi le dijo: “La política es esencial para aprender a reinar. Te recomiendo que tomes biología para tu propio placer”. El emperador es conocido por sus estudios en biología marina, especialmente sobre su clasificación de los peces góbidos.

Labores diplomáticas

. El 10 de noviembre de 1952, Akihito fue investido príncipe heredero en el Palacio Imperial al llegar a la mayoría de edad y un año después realizó su primer viaje oficial al extranjero con motivo de la coronación de la reina Isabel II. Asistió en representación de su nación. Desde ese momento comenzó a participar en acontecimientos nacionales e internacionales de forma oficial.

Los británicos vieron con recelo el viaje de Akihito a Reino Unido, al recordar los daños sufridos tras la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, Akihito estuvo 40 días en el país. En Europa, conoció al rey Balduino, de Bélgica, y a la reina Margarita, de Dinamarca, con quienes mantuvo relaciones cercanas. A su regreso a Japón se detuvo en Estados Unidos y se reunió con el presidente Dwight Eisenhower.

El 10 de abril de 1959, el príncipe Akihito se casó con Michiko Shoda. Fue la primera vez en la historia que un miembro de la familia imperial contraía matrimonio con una plebeya. Ella es hija de Hidesaburo Shoda, presidente de la compañía harinera Nisshin.

Sobre su esposa, Akihito dijo en la ceremonia por su cumpleaños 85: “Estoy realmente agradecido con la emperatriz, quien era una persona común, pero eligió caminar conmigo y durante más de 60 largos años ha continuado sirviendo con gran devoción tanto a la familia imperial como al pueblo de Japón”.

Akihito y Michiko tienen tres hijos: el príncipe Hiro Naruhito, Aya Fumihito y la princesa Nora Sayako, quien renunció a los privilegios de la vida imperial al casarse con Yoshiki Kuroda, un funcionario del gobierno municipal de Tokio. Akihito, recordando lo solo que se sintió de niño sin sus padres, y Michiko, quien quería educar a sus hijos, tomaron la decisión de criarlos ellos mismos. En ese periodo, sus labores diplomáticas se incrementaron y llegaron a visitar 36 ciudades.

En 1973, Akihito visitó España, donde fue recibido por el general Francisco Franco y el rey Juan Carlos de Borbón.

En el trono.

Akihito subió al trono a el 7 de enero de 1989, al morir su padre, el emperador Hirohito, posteriormente conocido como Showa. Akihito tenía 55 años. Su coronación se llevó a cabo el 12 de noviembre de 1990. A la ceremonia asistieron representantes de 158 países, muchos de ellos monarcas y jefes de Estado. Su reinado fue bautizado como la era Heisei (Realización de la Paz).

Desde entonces la familia imperial cumplió con su deber: las recepciones y las conferencias de Año Nuevo, la lectura de Poesía Imperial de Año Nuevo, las recepciones para invitados de Estado, para miembros de la realeza, entre otras acciones. Akihito también promulga leyes, órdenes de Gabinete y tratados, convoca a la Dieta (el Parlamento) y concede honores.

Akihito realizó la primera visita de la casa imperial a China, en 1992, y aunque no pidió perdón por sus responsabilidades históricas con ese país, expresó un “profundo pesar” por los sufrimientos causados a esa nación. Dijo: “Hubo un desafortunado periodo durante el cual Japón provocó gran sufrimiento a China. Lamento profundamente lo ocurrido”.

En 2015, en el 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, el emperador declaró un “profundo arrepentimiento” por los actos de su país en aquel entonces: “Reflexionando sobre nuestro pasado y teniendo en cuenta los sentimientos de profundo arrepentimiento sobre la pasada guerra, espero sinceramente que los desastres de la guerra no se repitan nunca”.

El primer tour oficial del emperador fue a Estados Unidos en 1994. Durante una cena en la Casa Blanca con el presidente Bill Clinton y su esposa Hillary, Akihito dijo: “Espero que nuestros intercambios pacíficos perduren durante muchos años y que el Pacífico se convierta en un verdadero océano de paz”, según el libro The Clinton Years, de Shirley Anne Warshaw.

En otra muestra de pacifismo, durante una visita a Reino Unido en 1998, la familia imperial se disculpó por el trato que dieron los soldados japoneses a los británicos durante la Segunda Guerra Mundial. En ese año, Akihito recibió la medalla del rey Carlos II, por parte de la Royal Society. La distinción se otorga a jefes de Estado que han realizado una gran contribución a la ciencia y a la tecnología. El japonés fue el primero en obtenerla.

El emperador también estuvo en ciudades del continente americano, europeo e incluso realizó un viaje a India, en 2013, a los 80 años.

En 2003 fue operado por un cáncer de próstata, sin embargo, se repuso y siguió con sus labores oficiales.

En noviembre de 2011, fue hospitalizado por dos semanas en el Hospital de la Universidad de Tokio por neumonía. Unos meses antes, preocupado por las víctimas del terremoto y el tsunami del 11 de marzo, las visitó. Fue a áreas afectadas cada semana. Fue con motivo de esta tragedia que dio su primer mensaje por TV.

El emperador llamó a la calma, la perseverancia y la solidaridad en “los días de dificultad que se avecinan”. También dijo: “Nos tenemos que entender y ayudar mutuamente”. Anteriormente, la familia imperial mostró su preocupación por los sobrevivientes a las tragedias, cuando visitó a los supervivientes del terremoto que mató a 6 mil 400 personas en el puerto de Kobe, en 1995.

Sin embargo, su cuerpo resintió el cansancio y el peso del cargo, y en febrero de 2012 se sometió a una cirugía de bypass coronario.

El 11 de marzo de 2012, aún no recuperado del todo, fue a la conmemoración del primer aniversario del terremoto-tsunami. Y en mayo fue a Reino Unido a celebrar el Jubileo de Diamante de la reina Isabel II: su 60 aniversario de su ascensión al poder.

Akihito ha sido un líder apreciado por distintos presidentes. Como el estadounidense Barack Obama, quien en 2014 realizó una visita de Estado a Japón, en la que hizo una reverencia ante el emperador que le valió numerosas críticas, pero mostró el aprecio del demócrata por el monarca. En contraste, el mandatario Donald Trump, durante su visita al gobernante en su casa en Tokio, en 2017, sólo le estrechó la mano.

Ese mismo año, los reyes de España estrecharon sus relaciones con Japón en una visita de tres días. El rey Felipe VI destacó las “aspiraciones y puntos de vista en defensa de la Paz y el orden internacional” de ambas naciones.

Anuncio del fin.

El 13 de julio de 2016, la emisora NHK anunció que el emperador tenía intenciones de abdicar en nombre de su hijo, Naruhito. “Estoy preocupado por las dificultades para cumplir con mis obligaciones como símbolo del Estado”, declaró en agosto de ese año y reconoció tener en ocasiones “algunas limitaciones”, sobre todo por su condición física.

Finalmente, tras un largo debate y la aprobación de una ley en el Parlamento que le permitirá abdicar, Akihito oficializó su intención de dejar el trono del Crisantemo en diciembre de 2017; dejará de ser emperador el próximo 30 de abril. Será primera vez que un emperador renuncia en vida al trono en más de dos siglos.

La siguiente era se llamará Reiwa, que apela a la armonía y a la paz, que tanto buscó Akihito. Todavía en la celebración por su 85 cumpleaños, declaró: “Es importante no olvidar las incontables vidas que se perdieron en la Segunda Guerra Mundial y que la paz y la prosperidad de Japón se construyeron sobre numerosos sacrificios y esfuerzos incansables”. Dijo que en el ocaso de su reinado, “me reconforta profundamente que la era Heisei esté llegando a su final, libre de guerra en Japón”.

Aprovechó la ocasión para hablar de los “dolores” que le aquejaban el corazón: “Duele que se hayan producido disputas étnicas y conflictos religiosos, se hayan perdido vidas por actos de terrorismo y un gran número de refugiados sigan sufriendo dificultades hoy en el mundo”. Ese día, decenas de miles de personas aguardaron el saludo del emperador desde el balcón del palacio imperial. Entre las asistentes estaba una septuagenaria porque le “hacía ilusión ver de cerca” a Akihito y como ella, miles de personas lo aguardaron. Al menos 70% de los japoneses cree que la era que acaba fue buena, según una encuesta de la agencia Kyodo. La que empieza... es un libro en blanco.

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