La decisión del presidente nicaragüense, , de desmantelar la sede del periódico La Prensa y dejar en su lugar un centro cultural es apenas el más reciente ejemplo de la guerra que países como Nicaragua, Cuba y Venezuela mantienen contra la prensa crítica.

1960: el embate contra La Marina y Prensa Libre

Desde su llegada al poder, en enero de 1959, Fidel Castro puso manos a la obra contra la prensa independiente. Un primer ataque llegó cuando ordenó que la noticias y comentarios en los periódicos independientes llevaran “aclaraciones” de los “comités de prensa” de cada medio. En esas aclaraciones podría “denunciarse” si una noticia era “ mentira ”, por ejemplo.

Algunos medios optaron por publicar espacios en blanco y, aun así, llevaban “aclaración”.

En marzo de 1960, una turba impidió el ingreso a CMQ, la cadena de radio y tv más importante de Cuba, al periodista Luis Conte Agüero , después de haber denunciado el asalto de Castro contra la prensa libre .

Se volvió una constante el asedio a los medios y la llegada de grupos de choque a tomar edificios e instalaciones, incluyendo violencia de por medio. En cuestión de semanas, los medios pequeños desaparecieron.

El 11 de mayo, el Diario La Marina pretendía publicar un desplegado firmado por más de 300 trabajadores en defensa de la libertad de expresión . Nunca vio la luz. La noche anterior, una turba asaltó el edificio y destruyó parte de las instalaciones, sin que la policía interviniera. El edificio fue entregado, poco después, al periódico comunista Hoy.

Un día después del cierre, en el diario Prensa Libre, que era el de mayor circulación en Cuba, se publicó un texto señalando lo “doloroso” que era atestiguar “el funeral de la libertad de pensamiento en un centro dedicado a la cultura”. Fue el principio del fin de Prensa Libre. El 4 de julio, una turba asaltó las instalaciones y el subdirector, Humberto Medrano, tuvo que exiliarse en Miami.

Si bien en Venezuela o Nicaragua el asedio a la prensa crítica ha sido una constante, en los últimos años comenzó a seguir el ejemplo cubano: aplastar a los medios de la oposición.

2021

Fue lo que ocurrió cuando, el 16 de abril de 2021, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, afín al gobierno de , condenó al diario El Nacional a pagar al número dos del chavismo, Diosdado Cabello, unos 13.3 millones de dólares por daño moral, tras haber reproducido, en 2015, una nota del diario español ABC sobre la indagatoria iniciada en Estados Unidos a Cabello por presuntos nexos con el narcotráfico.

El 15 de mayo de 2021 se ejecutó en el rotativo una orden de embargo judicial cuando el medio se negó a pagar la indemnización exigida.

Fue así como El Nacional, con 77 años de historia, terminó convertido en un diario digital, solamente, operando fuera de Venezuela.

El 13 de agosto de 2021, el gobierno de Daniel Ortega inició una investigación en contra del diario La Prensa por los supuestos delitos de “ defraudación aduanera y lavado de dinero ”. Juan Lorenzo Holmann, gerente general del medio, fue detenido y el inmueble, valuado en unos 10 millones de dólares, quedó clausurado.

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Pero ni el régimen de Maduro ni el de Ortega estaban satisfechos.

En julio pasado, Miguel Henrique Otero, presidente editor de El Nacional y quien tuvo que exiliarse en Madrid, denunció a la multinacional Telefónica, acusándola de bloquear, sin respaldo jurídico, páginas web de medios de comunicación críticos con el régimen.

Mientras tanto, en Nicaragua, el pasado 23 de agosto operadores sandinistas desmontaron la fachada del edificio de la Prensa, quitaron las letras y, poco después, la primera dama y vicepresidenta Rosario Murillo anunciaba que en ese edificio, donde dijo se incubó “el odio”, se instalaría el Centro Cultural y Politécnico José Coronel Urtecho.

La estocada final fue dada.

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