Bruselas
La alemana Ursula von der Leyen y su equipo de comisarios asumirán este domingo oficialmente las riendas del Ejecutivo comunitario por un periodo de cinco años.

La experimentada política teutona aterriza en Bruselas con la encomienda de devolverle a la Unión Europea (UE) no sólo el sentimiento de que el proyecto de construcción sigue vigente, sino que también tiene rumbo.

Quien fuera ministra de defensa de Alemania desde 2013, sustituirá a Jean-Claude Juncker, un luxemburgués que creció en un hogar rodeado de migrantes griegos, italianos y portugueses, y que hizo de su carrera política una exitosa profesión que lo llevó a acumular 18 años en el cargo de primer ministro del país más rico de la Unión.

Auténtico, afectuoso y bromista, Juncker será recordado como un efervescente europeísta. “Europa es mi gran amor”, fue una de sus últimas frases como como jefe del Ejecutivo.

También se le recordará como el hombre que pudo mantener a Europa por la senda del crecimiento y el empleo, que evitó una guerra comercial con Estados Unidos alcanzando una tregua con el presidente Donald Trump, y que ayudó a contener los estragos provocados por el mayor movimiento migratorio registrado en el continente desde la Segunda Guerra Mundial.

Entre los entregables, también destaca la eliminación del costoso roaming telefónico al interior del bloque, así como los acuerdos comerciales alcanzados con Canadá, Japón, Mercosur, Singapur y México.

Pero así como hubo luces durante su mandato, también sombras. Particularmente se le evocará cuando se hable del momento en que la UE comenzó a restar en lugar de sumar, puesto que en la repartición de culpas por el Brexit no sale exento de culpas.

Como Ejecutivo fue incapaz de mantener la integridad del prestigioso club comunitario. Juncker guardó silencio ante la avalancha de infames mentiras arrojadas durante la campaña previa al referéndum del Brexit; por ejemplo, el hoy premier británico Boris Johnson dijo que si abandonaban el bloque su país tendría un sobrante de 350 millones de libras para gastar cada semana.

Fue precisamente el mutismo del Ejecutivo comunitario lo que terminó por convertirlo en cómplice de un caos político que hasta el día de hoy no ha sido resuelto y que tiene a Europa sumida en la parálisis.

En una reciente entrevista con la revista alemana Der Spiegel, Juncker manifestó su pesar por no haber alzado la voz durante la campaña de 2016. “Se dijeron tantas mentiras, incluso del actual primer ministro Boris Johnson”, reconoció lamentando haber escuchado al entonces premier británico David Cameron, quien advirtió que sería contraproducente la intervención de Bruselas.

Ursula von der Leyen hereda así un proyecto al que le urge recuperar el camino que le fue trazado por los padres fundadores, como Robert Schuman, quien en su discurso del 9 de mayo de 1950 dijo: “Europa no se hará de una vez, ni en una construcción de conjunto; se hará mediante realizaciones concretas, creando en primer lugar una solidaridad de hecho”.

Respaldada por el capital político de contar con la Comisión Europea más paritaria de la historia; por primera vez una mujer ostenta la presidencia del Ejecutivo y de los 26 comisarios 11 son de sexo femenino, la germana pretende recuperar la brújula de la integración y la solidaridad prometiendo una más social y competitiva, este último pilar lo pretende alcanzar con más inversión en investigación e innovación en rubros como el militar y los vehículos aéreos no tripulados.

Igualmente apuesta por una nueva estrategia migratoria y por posicionar al bloque a la vanguardia de la digitalización y la lucha contra el calentamiento global. El próximo 11 de diciembre presentará su Green Deal, cuyo objetivo es reducir las emisiones contaminantes y revertir la catástrofe ambiental con un enfoque basado en la equidad y la justicia social.

La funcionaria germana además promete una Comisión Europea geopolítica que responda a los desafíos que amenazan el orden multilateral que se ha construido en las últimas siete décadas.

“El mundo necesita una potencia responsable para la paz y para el cambio positivo. El mundo necesita más Europa”, asegura.

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