Andrea quedó ciega, con dos dedos fracturados y el rostro desfigurado a consecuencia de las brutales golpizas que, acusa, recibió de su expareja sentimental, Johan Manuel.

Las 33 placas que le pusieron para tratar de reconstruirle el rostro fueron insuficientes; además, el agresor, hoy detenido, se llevó a sus tres hijos desde 2017, de quienes no sabe en qué condiciones de salud, físicas y sicológicas se encuentran, pues no tiene la custodia.

Actualmente, Andrea lucha contra el sistema de justicia local, pues a pesar del infierno que vivió, la juez María Teresa de Quevedo no le ha concedido la custodia de sus hijos, de 14, 11 y 8 años.

Del mayor desconoce su paradero, pues las autoridades no lo encontraron en el domicilio que tenía su expareja en la Venustiano Carranza, donde el agresor fue detenido la semana pasada.

Al menor de los niños su papá lo tatuó con cruces que él también lleva en el rostro, y eso no fue suficiente para que la juzgadora que lleva el caso le otorgara la custodia a Andrea. “En la fiscalía no me han dicho nada, voy a la primera audiencia y me pidieron que asistiera y que ahí me van a clarar todo”, relata.

“Le pido a las autoridades justicia, que me vean, que vean cómo me dejó, que las marcas son de por vida, no sólo fueron golpes sencillos. Que me ayuden, que reclasifiquen el delito, porque sólo está por violencia familiar y lo que me hizo y a los niños fue más que eso”, afirma.

Fueron nueve años los que Andrea vivió violencia en un complejo habitacional, donde, a pesar de los gritos de auxilio, nadie le brindó ayuda. “Me pegaba por todo, porque no había venta, porque estaba de mal humor, porque no había fumado, buscaba cualquier pretexto para lastimarme”, narra la mujer afuera de uno de los juzgados del Tribunal Superior de Justicia.

Johan Manuel fue detenido apenas la semana pasada, tras cinco años de buscarlo, aunque nunca salió de la Ciudad, pues vendía ropa en las inmediaciones del mercado de la Merced.

Ya en prisión y bajo proceso sólo por violencia familiar, no fue suficiente para que un juez de lo familiar le devuelva a Andrea sus hijos, por lo que teme que su expareja quede libre y tome represalias contra ella.

Ahora, confía en que esta nueva administración revise su caso y la ayude. “No me desaparecieron, no fui una más. En mi caso fue peor, no me terminan de matar”, dice la mujer.

“Incidencia atípica”

Ayer, la fiscal capitalina, Ernestina Godoy Ramos, mencionó que, del 11 al 15 de febrero, ocurrió una “incidencia atípica” de casos de muertes violentas de mujeres, los cuales ya son investigadas bajo el protocolo especializado de feminicidio.

En lo que va de este año, la fiscalía capitalina tiene cinco casos de feminicidio en investigación y se trabaja en otros cinco de muertes violentas de mujeres, para verificar si existieron o no razones de género detrás de su muerte. Asegura que el trabajo para erradicar la violencia en contra de ese sector continúa, al tiempo que Andrea, sigue esperando una verdadera justicia.

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