Chilpancingo.— Ayer domingo, amaneció sitiado. El Palacio de Gobierno y todo su perímetro fue resguardado por murallas metálicas y ballenas de concreto; carros blindados reforzaron los accesos. Decenas de policías y soldados de la Guardia Nacional (GN) lo vigilaban detrás de rejas, otros más desde los techos.

El Palacio y sus alrededores parecían escenario para un combate.

Lo mismo ocurrió en las instalaciones de la Fiscalía General del Estado (FGE); decenas de soldados de la GN con equipo antimotines se mantuvieron vigilando el edificio. Ni el inclemente sol los inmutó.

Desde muy temprano corrió la versión: normalistas de Ayotzinapa arribarían a la capital en varios autobuses para protestar. Tenía sentido. La noche del sábado, los estudiantes tomaron dos patrullas de la GN, retuvieron a 10 soldados y después quemaron las unidades.

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Fue la primera protesta tras el sepelio de su compañero, Yanqui Khotan Peralta Gómez, a quien un policía le dio un balazo que le explotó la cabeza.

Desde el viernes se esperaba que los normalistas entraran a la capital a protestar, a sacar la rabia por el asesinato de su compañero, cometido por policías estatales la noche del jueves en un retén de vigilancia en la salida a Tixtla, en Chilpancingo.

Todo apunta a un abuso policial. La Fiscalía General de la República (FGR) informó que abrió una carpeta de investigación por el delito de homicidio calificado, que tiene una mayor agravante porque implica que el perpetrador, en este caso el policía estatal, tuvo una ventaja sobre la víctima.

Precisó que halló indicios de que hubo violaciones graves a los derechos humanos de los normalistas.

Desde la noche del sábado hirvieron los mensajes en redes que advertían que los normalistas protestarían ayer domingo y que —casi, casi— arrasarían con todo lo que se toparán.

Estos mensajes crearon zozobra y Chilpancingo amaneció con casi todas sus tiendas cerradas, con pocos autos en las calles. A la expectativa.

Chilpancingo amaneció sitiado. El Palacio de Gobierno y todo el perímetro fue resguardado por murallas metálicas y ballenas de concreto. Al llegar los normalistas, dialogaron con el director de Gobernación, Francisco Rodríguez. Foto: Arturo de Dios Palma y Oscar Guerrero / EL UNIVERSAL
Chilpancingo amaneció sitiado. El Palacio de Gobierno y todo el perímetro fue resguardado por murallas metálicas y ballenas de concreto. Al llegar los normalistas, dialogaron con el director de Gobernación, Francisco Rodríguez. Foto: Arturo de Dios Palma y Oscar Guerrero / EL UNIVERSAL

En Palacio de Gobierno, las murallas, las ballenas de concreto y las camionetas blindadas dejaron sin paso a los pobladores. De hecho así están desde la mañana del viernes, pero este domingo las reforzaron.

La gente ya muestra enfado, pero no con el gobierno que tapó las calles, sino con los normalistas.

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“No sé porque les tienen miedo, deberían de agarrarlos y encerrarlos”, dijo una mujer que intentó pasar la muralla para entregar el almuerzo a su pareja.

Otra señora, sentada en la banqueta, exigía que cierren Ayotzinapa, porque los estudiantes “son delincuentes”, aunque ignora que esta vez —como en nueve más—, el muerto lo puso Ayotzinapa.

A esa misma hora, a la una de la tarde, el rumor se concretó, dos autobuses llenos de normalistas de Ayotzinapa arribaron a Chilpancingo. Dieron vueltas por la ciudad, incluso por la Autopista del Sol.

Al final los dos autobuses se detuvieron en la lateral de la autopista a la altura de la plaza comercial Chilpancingo. De uno de los camiones se bajaron tres normalistas, se dirigieron a las escalera que da al estacionamiento del centro comercial. Ahí los esperaba el secretario general de Gobierno, Ludwig Marcial Reynoso Núñez y el director de Gobernación, Francisco Rodríguez Cisneros.

El encuentro duró 10, tal vez, 15 minutos y las dos partes se retiraron. Los estudiantes abordaron el autobús y salieron rumbo a Tixtla, a la Normal Rural. Ninguna de las partes informó sobre lo que hablaron, lo que acordaron. Reynoso Núñez soltó dos frases a los reporteros cuando le preguntaron por los acuerdos: “En su momento se darán a conocer, hemos establecido un diálogo con los jóvenes”. Es todo, subió a su camioneta y se marchó.

Después de la reunión, la capital respiró, comenzaron a abrir las tiendas y los centros comerciales.

Sin embargo, en Palacio de Gobierno siguieron las murallas y no piensan quitarlas. Este lunes no trabajarán y el lugar seguirá siendo una fortaleza.

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