Reynosa.— Héctor Silva, director de la Casa Senda de Vida para migrantes, reúne todos los requisitos para ser nominado al Premio Nobel de la Paz, asegura el párroco Antonio de Santa María, originario de Puerto Rico y asentado desde hace 29 años en esta frontera.

Por tal motivo, desea que organismos sociales, civiles y los tres órdenes de gobierno se sumen para impulsar su propuesta.

“Mi petición es que quienes puedan contribuir a esta noble causa, ya sea el gobernador, el Presidente, Naciones Unidas, las personas que han sido favorecidas por el hermano, que todos se sumen para que pueda obtener este reconocimiento por toda la labor que hace con los migrantes, como dice el papa Francisco: todos somos hermanos”, dijo.

Si algo tienen en común la madre Teresa de Calcuta y el hermano Héctor Silva —director de uno de los albergues migrantes más importantes de la frontera— es que son sencillos, sinceros, auténticos, transparentes y sobre todo, misioneros de Cristo, asegura.

Antonio de Santa María hace esta propuesta, dice, con conocimiento de causa, pues desde hace 24 años ha sido testigo de la labor que Héctor Silva realiza para ayudar a los migrantes con dedicación, amor y siempre, con la confianza puesta en Dios.

“Hace 43 años conocí a la Madre Teresa, cuando le dieron el Premio Nobel de la Paz; la primera vez que la vi fue en Puerto Rico, donde las misioneras tienen una casa de ayuda y luego, dos veces en Roma”, comentó el párroco.

Fue en Roma que ambos hicieron un pacto. “Le dije: Madre Teresa, yo soy sacerdote latino y quiero que ore por nosotros. Ella me dijo que sí, pero que cuando yo celebrara la santa misa, pusiera una gotita más de agua en el cáliz para pedir por su congregación y así lo he hecho”.

Algo admirable de Héctor Silva, dijo el sacerdote, es que la confianza que tiene en Dios, le provee de todo lo necesario para salir adelante.

“Héctor tiene un gran amor a Dios, tiene confianza en él, da amor al prójimo, lucha sin cansancio por el pobre, el marginado, por todos los migrantes y siempre con una sonrisa, no tiene miedo de tocar a los enfermos, se entrega de todo corazón.

“Yo me quedo admirado como Dios le provee, ahora mismo tiene casi 3 mil haitianos y no les falta la ayuda, San Juan Bosco era igual. Nadie en Tamaulipas hace lo que él, ayudar a los migrantes sin distinción, la Madre Teresa de Calcuta, ella era como el hermano Héctor, sería un honor para Tamaulipas tener un ciudadano que al menos sea nominado a este premio”, comentó Antonio de Santa María.

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