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Juchitán.— Entre la multitud que se arremolinaba alrededor del féretro frente al derruido Palacio Municipal, una anciana que no iba en la comitiva fúnebre, ajena a la familia y los amigos, lloraba sin parar. “Que Dios te acompañe, papá”,  rogaba y lanzaba bendiciones al aire.

Así como ella, muchas mujeres que se encontraban cerca del lugar realizando sus compras matutinas en el mercado público de Juchitán se acercaron al contingente de personas enlutadas que le rindieron un breve homenaje al que llamaron “la abuela de las intrépidas de Juchitán, las muxes, las otras hijas de San Vicente Ferrer”.

Óscar Cazorla se fue como vivió, en medio de música de fiesta. Recorrió por última vez las calles de su pueblo que aún se recupera de un terremoto bajo una tronadera de cohetes en un cielo límpido.

La banda tradicional que muchas veces lo acompañó orgulloso como mayordomo de las fiestas patronales del pueblo o de la Vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro, no dejó de interpretar las piezas más alegres, las que invitan a bailar bajo una enramada, fue su petición alguna vez.

Al activista y defensor de los derechos de la comunidad muxe en el Istmo de Tehuantepec, Óscar Cazorla López —asesinado en su domicilio en Juchitán el pasado 9 de febrero— lo acompañaron en el cortejo sus amigos y familiares, pero abrían paso los integrantes de la comunidad muxe, las que fueron sus hermanas y alumnas, con las que luchó por más de 40 años por la  visibilización de la lucha de los muxes en una sociedad tolerante, pero a la vez homofóbica, como es Juchitán.

Después de la misa en su casa, ubicada en la Primera Sección de la ciudad, la comitiva llegó hasta el Palacio Municipal, donde se le rindió un breve homenaje. Ahí sus compañeros muxes le aplaudieron, reconocieron y agradecieron el trabajo a favor de la libertad sexual a través de una fiesta anual, la vela, que terminó siendo referente en el país para la colectividad LGTB.

La comunidad muxe nuevamente exigió justicia a los tres niveles de gobierno para que el asesinato del activista, empresario y político priísta, no quede impune como ha sido todos los casos de asesinatos de muxes en la región del Istmo de Tehuantepec, la segunda región más peligrosa del estado de Oaxaca.

Se han registrado al menos cinco casos. De acuerdo a los datos de la organización Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro y la Vicefiscalía de Justicia, en el Istmo se tienen registrados al menos cinco casos de muxes asesinados.

Según los archivos de la vicefiscalía, el primer caso fue el de Carlos Escobar Silva, de Tehuantepec, quien fue asesinado por Ricardo Méndez Olivera de un navajazo en el cuello, aunque no se especifica la fecha. Aquí se dio la sentencia condenatoria por homicidio simple con una pena de 12 años de prisión y la reparación del daño por 134 mil 669 pesos.

El segundo caso es de un muxe que aparece en los archivos como “NN” en 2011 y sólo se identifica como La Flaquita de La Ventosa.

El tercero es Elvis Aníbal Santiago Medina Niza de Juchitán, atacado el 28 de abril de 2012; Jonás Pérez Hernández, el imputado, salió libre.

El cuarto, Adán Sánchez  López, fue asesinado el 12 de marzo de 2009 en Juchitán, no hay detenidos.

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