Desde hace cinco décadas, para muchos pueblos de Guerrero la principal fuente de ingresos era la siembra de amapola, pero ahora su economía está en riesgo: el precio de la goma de opio cayó casi 80%.

De acuerdo con un estudio que realizó el Network of Researchers of International Affairs (Noria, por sus siglas en inglés) la baja en el precio se debió al aumento “exponencial del consumo” de fentanilo en Estados Unidos a partir de 2014.

El fentanilo es un opioide analgésico sintético, similar a la morfina, pero hasta 100 veces más potente. Se trata de un medicamento de prescripción y es típicamente usado para tratar a pacientes con dolor severo.

De acuerdo con el documento, “el furor causado por la potencia del producto se sobrepuso a su peligrosidad. Así, la mezcla de fentanilo con heroína se expandió, provocando una caída en el precio del kilo de heroína a partir de 2014, mientras que las sobredosis mortales pasaron de alrededor de 3 mil en 2013, a casi 30 mil en 2017.

“El producto está hoy relacionado con más de 60% del total de muertes por opioides en Estados Unidos, mientras que un estudio de la Universidad de Vancouver en 2018 demostró que 80% de la heroína vendida en la ciudad en realidad no contenía nada de esta sustancia. En cambio, casi todas las muestras contenían fentanilo”.

La caída del precio de la goma del opio ha provocado estragos en cientos de pueblos de Guerrero que tenían como sustento los cultivos de amapola. Comisarios y campesinos de la Sierra de Guerrero, donde se concentraba el mayor número de cultivos, explicaron que por lo menos unos mil 280 pueblos se dedicaban al cultivo de la flor, es decir, casi 50 mil habitantes vivían de esa producción.

Sin embargo, en Guerrero desde 2017 se registró la caída del precio.

Desde entonces los campesinos han pedido ayuda a los gobiernos federal y del estado: proyectos productivos, becas, escuelas, caminos, médicos y, últimamente, la implementación del programa Sembrando Vida para sustituir los cultivos ilegales por legales.

En muy pocos casos la respuesta ha sido favorable.

En 2016, campesinos de la Sierra impulsaron la idea de legalizar los cultivos de amapola con fines medicinales. Realizaron marchas y foros, pero todo quedó en una iniciativa que está guardada en el Senado de la República.

El plan era que con la legalización, su labor no fuera criminalizada. Sin embargo, están consientes de que, aun con la despenalización, sus problemas no serían resueltos porque están en el último eslabón de la producción.

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