Michoacán.

Bertha Servín Barriga, una artesana indígena del municipio de Tzintzuntzan, Michoacán, busca junto con 43 mujeres más posicionar los cubrebocas hechos a mano en el mercado nacional y de Estados Unidos.

La elaboración de cubrebocas, cuenta, es para sobrevivir, ya que debido a la pandemia de Covid-19 sus talleres y locales de venta cerraron durante cuatro meses.

Las mujeres confeccionan y exhiben sus trabajos en la Casa de los 11 Patios, en el centro de Pátzcuaro. Desde ese Pueblo Mágico, contemplan el vacío de visitantes que, desde que se declaró la contingencia sanitaria, está sumido en la soledad.

En este sentido, Bertha Servín narra que cerraron las puertas, pero no la creatividad, ya que desde sus hogares continuaron con la producción.

Platica que, al no tener ventas, decidieron crear los cubrebocas con la misma técnica de confección y bordado, para buscar un nuevo ingreso y alimentar a sus familias.

Según la mujer de 64 años, estos accesorios, usados para evitar contagios de Covid-19, serán una nueva manera de vivir.

Cada pieza es única. Los finos lienzos, hilados y confeccionados también artesanalmente, son bordados en relleno por las desgastadas manos de las artistas.

Cubrebocas de artesanas de Michoacán, con calidad de exportación
Cubrebocas de artesanas de Michoacán, con calidad de exportación

“La idea es que las personas presuman que tienen un bordado de las artesanas de Santa Cruz”, expresa la mujer mientras le da forma a uno de esos nuevos cubrebocas.

En los hilados cuentan historias de los pueblos originarios de esta entidad, que concentra el mayor número de migrantes en Estados Unidos (más de 4 millones).

“Nuestras historias ya se estaban perdiendo, pero quisimos rescatarlas en un lienzo para que cada persona que se las lleve sepa el amor con que las hacemos”, apunta.

Confección de exportación

La calidad del trabajo de las integrantes de la cooperativa les ha permitido visitar al menos cuatro ciudades de Estados Unidos. En este país, Bertha ha ganado primeros lugares como mejor artista en concursos de talla mundial, representando a México.

Sus diseños premiados han sido comprados por políticos estadounidenses y otros más adquiridos para ser exhibidos en museos de universidades, los cuales ha modelado.

La calidad, belleza y colorido de sus piezas es un trabajo de precisión. Por ejemplo, para realizar el bordado de un cubrebocas ocupa hasta cinco horas, por lo que es la producción por artesana al día.

De ahí que, para estas artistas, es importante que en corto tiempo puedan posicionar sus cubrebocas en el mercado.

Cubrebocas de artesanas de Michoacán, con calidad de exportación
Cubrebocas de artesanas de Michoacán, con calidad de exportación

Belleza hilada

Mientras las mujeres indígenas no paran de crear, confeccionar y bordar sus piezas, unas visitantes que recorren este lugar de la Zona Lacustre quedan maravilladas.

Karina, una joven del municipio aledaño de Quiroga, asegura estar muy entusiasmada y sorprendida con los diseños de los cubrebocas. Además de comprar algunos, los presume: “Vi que los cubrebocas están hechos a mano de michoacanas y me gustaron. Son bonitos, porque sí cuentan muchas historias”, expresa.

Por su parte, Francisca Reynaud, originaria de la Ciudad de México, destaca el trabajo a mano en cada lienzo.

“Me encanta el trabajo que hacen. Es bastante hermoso todo lo bordado, que si la fiesta, que si los pescaditos… Yo me llevo dos cojines y soy muy feliz”, exalta.

Al explicar su impresión, Francisca confiesa la emoción que le da saber que las mujeres sigan conservando y resistiendo en sus tradiciones.

“Eso es lo que se me hace maravilloso, que la gente todavía pueda hacer cosas que han hecho durante 500 años, no sé cuántos. Es una belleza y vale la pena”, sostiene.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses