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Lázaro Cárdenas

Todo estaba listo para el asalto al tren en su paso por esta comunidad del municipio de Huamantla, oriente del estado, pero una llamada anónima al 911 alertó a la policía sobre el intento de un grupo delictivo para detener la marcha de la máquina y atracarla.

El aviso activó la presencia de elementos de la Comisión Estatal de Seguridad y de la Policía Municipal de Huamantla, cuya cabecera se ubica a 10 kilómetros de este tramo de la vía férrea, conocida como la “zona dorada” por los constantes atracos a Ferrocarriles del Sur (Ferrosur).

La fuerza policial se parapetó del lado derecho de las vías del tren, en la zona de campos de cultivo, mientras que los asaltantes estacionaron unas cinco camionetas tipo Pick Up del otro lado de las vías, próximos a las casas que colindan con los rieles.

Frente al sitio, distante unos 30 metros de donde los forajidos comúnmente detienen el tren, hay una casa de dos pisos, con vidrios polarizados. Ahí descansaba Guadalupe Victoriano, de 77 años. Eran las 14:30 horas.

Se asomó por la ventana y presenció la llegada de grupo delictivo, así como de los policías. Ambos grupos tomaron posiciones, los primeros para detener al tren y lo segundos para impedirlo. Era 1 de julio, día de las elecciones, y la comunidad estaba concentrada en el centro cuando comenzaron las detonaciones de armas de fuego. Los votantes buscaron refugio en casas aledañas.

Zona de riesgo. El intento de asalto y el cruce de balazos no es nuevo para la comunidad de Lázaro Cárdenas, porque desde hace unos 12 años este punto es sitio elegido por los grupos delictivos para asaltar el tren.

Un reporte que tiene la Comisión Estatal de Seguridad indica que los grupos dedicados a la detención y saqueo de los trenes están integrados por alrededor de 150 hombres y mujeres plenamente identificados por los habitantes de la comunidad.

De todos, dicen, destaca un hombre de 36 años conocido como Tomás “N”, El Jarras, líder de los grupos de asalto. Fue detenido en marzo de 2017 acusado de emboscar, junto con otros 50 hombres, a personal de Ferrosur.

Tomás, según las investigaciones ministeriales, encabezó otros enfrentamientos con policías municipales y estatales, así como custodios de seguridad del tren.

Vanesa Romero, presidenta de la comunidad, denunció la precaria vigilancia policial y afirmó que los asaltantes llegan a la comunidad en camionetas y se van con bultos de semillas y granos básicos, así como diversos artículos que transporta la llamada Bestia. “A plena luz del día hay balazos; la gente no vive tranquila por tantos operativos, y me lo denuncian”.

Los balazos. Don Lupe dice que desde su casa ha visto por lo menos unos 50 enfrentamientos a balazos y otro número similar de robos a la máquina, pero en esta ocasión no tuvo oportunidad de visualizar el final de la historia porque su casa se convirtió de súbito en blanco de las balas.

“Las patrullas estaban debajo de las vías y como siempre sucede comenzaron a retirarse, pero al mismo tiempo escuché impactos en mi casa, y me tiré a un costado protegiéndome de los balazos. Sentía que me iban a matar. La balacera duró como media hora contra mi casa, luego se fueron a la calle 16 de Septiembre y comenzaron a disparar también contra otras casas. En una de ellas estaban atados dos asnos y dos caballos; tres lograron liberarse, pero uno recibió siete balazos en distintas partes del cuerpo”, relata don Lupe.

Sus vecinos subieron a la azotea de una casa y grabaron a los policías cuando disparaban contra la casa azul. En el video se alcanzan a ver las camionetas y los policías disparando. Don Lupe levantó 80 casquillos de diferentes calibres, pero su casa tiene un gran número de perforaciones provocadas por el ataque.

Paredes, puertas, ventanas, artículos domésticos y vidrios quedaron destrozados por las balas, por lo que acudió a presentar su denuncia ante el Ministerio Público.

En mayo, luego de que la policía frustró un asalto al tren, los habitantes demandaron la intervención de las autoridades “porque cada vez son más frecuentes los enfrentamientos a balazos y nos puede tocar uno de ellos”, expusieron los habitantes de este poblado de aproximadamente mil 800 habitantes.

De acuerdo con autoridades, los tramos ferroviarios con mayor frecuencia de asaltos al tren son Huamantla, Nopalucan, Apizaco, Calpulalpan, Españita e Ixtacuixtla. En estos dos últimos municipios el riesgo aumenta para los maquinistas porque hay reportes del robo de placas y clavos, con el fin de descarrilarlos.

En mayo pasado, la empresa Ferrocarril del Sureste denunció ante el Ministerio Público federal daños en 50 kilómetros de la vía del ferrocarril ruta México-Oaxaca, en el tramo correspondiente al estado de Tlaxcala.

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