Ixmiquilpan.- Anayeli Mejía es una mujer que respalda a su comunidad en un tema en el que muchos otros solamente ven dinero: la migración, el motor que mueve a esta localidad del Valle del Mezquital.

Esta joven, de 33 años, encabeza el Comité Ejecutivo Central del Consejo Supremo Hñahñu. Es la primera mujer desde la fundación del organismo, en 1975.

Bajo el sol árido del Valle del Mezquital, donde las carencias obligaron a sus habitantes a buscar una opción de vida en los Estados Unidos, está tierra se ha convertido por décadas en expulsora de sus habitantes hacia la migración.

Primero fueron los hombres fuertes, los jefes de familia, a ellos siguieron los jóvenes que recién terminaban la primaria y su futuro estaba allá en los Estados Unidos, luego se sumaron las mujeres y así en un pueblo donde todo se mueve con la migración, surge el Consejo Supremo Ñhañhu para cubrir ese vacío de ayuda a los migrantes, que las autoridades dejan por lo más urgente.

Este organismo nace en 1975 para luchar por los derechos humanos de la población indígena, la expulsión de mano de obra a los Estados Unidos los llevó a atender este sector y desde su creación el Comité Ejecutivo Central, ha estado a cargo de un hombre hasta el 2018, en que es nombrada Anayeli .

Recuerda que su primer contacto con la organización fue para buscar asesoría para un proyecto al ser egresada de la Universidad Tecnológica Del Valle de Mezquital, donde se graduó como Ingeniera en alimentos. A partir de ahí se empezó a empapar del trabajo de la organización de la que fue invitada a participar hasta llegar a presidir el Comité.

Las cosas que no tienen precio dice Anayeli

Han sido años de mucho esfuerzo, de trabajo con la comunidad y he tenido también algunos desencuentros, aquí en el Valle los liderazgos son los hombres, entonces ven una mujer joven y hay cierta desconfianza y reclamos.

Alguien llegó y me preguntó porqué estaba aquí si ni siquiera sabía hablar el idioma (Hñañhu), si en efecto, le dije que no lo sabía hablar, pero si lo entiendo y me esfuerzo por hablarlo.

Lo que se trata es de que la gente tenga un apoyo, un lugar a donde acudir. Muchas de las personas que se atienden en este lugar son adultos mayores, la mayoría habla español, pero muchos solo Ñhañhu. Buscan asesoría para trámites diversos como la obtención de visas y pasaportes para ver a sus hijos, a quien en muchos casos tienen décadas de no tener contacto por ser migrantes.

También se acercan en busca de ayuda por algún familiar muerto o desaparecido en los Estados Unidos. Otros para repatriar un cuerpo o bien aquellos que buscan un empleo, aquí llegan los que el sistema no atiende y desde hace más de cuatro años Anayeli está al frente.

El motivo de estar cada día en el Consejo, dice, es la ilusión de la gente de reunirse de nuevo con los suyos.

Nada paga el que unos padres se reencuentren con sus hijos después de 20 años de no verse. En los casos tristes donde les ayudas a regresar a alguno de sus familiares que perdieron allá la vida es que tengan el consuelo de una tumba.

También se preserva la cultura y el idioma de la que se dice orgullosa.

Anayeli asegura que al involucrarse en el tema migratorio de los indígenas y la necesidad de las familias no dudó en capacitarse y estar al frente d el organización .

“Lo que buscamos las mujeres es un espacio, una oportunidad para demostrar que podemos sacar el trabajo adelante”.

Aquí todos los trámites y asesorías son gratuitas y se ha ayudado a combatir a los “coyotes” que se aprovechaban de la ignorancia de la gente y solo les quitaban su dinero. En el Valle del Mezquital cada día hay una familia un poco más feliz por tener la esperanza de reunirse con sus migrantes por ello las palabra que se escucha muy seguido en estas oficinas es “ Dios la Bendiga” , entonces el día está hecho, asevera Anayeli.

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