“Justicia para Liliana. Justicia para todas”, fue el grito colectivo con el brazo en alto que encabezó al recibir el , anoche, en la sala Manuel M. Ponce del s, por su novela “El invencible verano de Liliana”, el relato del feminicidio de su hermana. En su discurso de recepción del galardón, la escritora anunció un proyecto que impulsa: poner adoquines con los nombres y las fechas de nacimiento y muerte, de las miles de mujeres mexicanas que han sido víctimas de feminicidio en nuestro país.

“Tenemos que verlas siempre a ellas, no a sus asesinos. A sus asesinos ya los vemos en todos lados, los asesinos tienen demasiada prensa. Tenemos que verlas a ellas, tenemos que conocer sus nombres, tenemos que toparnos con los lugares donde vivieron, tenemos que poner sus nombres ahí”, dijo Rivera Garza sobre el proyecto de adoquines, emulando el que llevan los nombres de las víctimas del holocausto y que encabeza el artista Gunter Demnig.

Cristina Rivera Garza dijo también que “tenemos que salir de la indiferencia e incluso de la indolencia que el patriarcado y su Estado han impuesto sobre la violencia desatada, por lo que Rita Segato nombró y nombró bien como una guerra contra las mujeres”, esto al hablar de la responsabilidad de quienes son cómplices al ocultar o proteger a los feminicidas, una complicidad que dijo, debe ser reconocida castigada por ley.

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“Tenemos que salir de la indiferencia e indolencia que el patriarcado y su Estado han impuesto sobre la violencia contra las mujeres": Cristina Rivera Garza
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Foto: Coordinación de Literatura del INBAL

Durante su discurso en el que también participaron la escritora Sara Uribe, y el poeta y ensayista Armando González Torres, a nombre del Jurado del Premio, así como la directora del INBAL , Lucina Jiménez, y el presidente de la Sociedad Alfonsina, Felipe Garrido, la escritora aseguró que hay una deuda enorme con todas las mujeres que antes de 2012 murieron a causa de la violencia que se ejerce contra la mujer por ser mujer, que son feminicidios y cuyos casos no se nombraron así.

“Por años, esa violencia soterrada y continua, esa violencia que acalló hogares y derrumbó sueños fue encubierta y confundida, camuflajeada bajo la capa perversa y poderosa del lenguaje del amor romántico. A mi hermana no la mató un hombre enamorado, sino un macho criminal. Mi hermana no murió, fue asesinada, aún más, fue asesinada por un hombre que ejerció contra ella una violencia inenarrable por ser mujer. Mi hermana fue víctima de un feminicidio y a mi familia y a mí nos importa mucho que así quede registrado en los archivos institucionales”, señaló Rivera Garza, quien aseguró que muchos de estos crímenes pasaron desapercibidos frente a la mirada indiferente de la justicia, “pasaron y siguen pasando”.

La autora de “Nadie me verá llorar” aseguró que algunos de estos casos fueron archivados como homicidios, incluso como homicidios simples y más comúnmente estos asesinatos fueron referidos como crímenes pasionales, que dijo, es una figura cultural ilegal, que implícitamente culpa a la víctima y exonera al perpetrador.

“Ahora que contamos cada vez más con el lenguaje cultural patriarcal y su estado han intentado obviar por todos medios posibles, es necesario, creo yo, cree mi familia, que se reconozca legalmente como feminicidios, a todas aquellas mujeres que hayan caído a causa de la mortífera violencia patriarcal. Esta es una tarea que le corresponde al aparato legal y de justicia de este país, se trata de una tarea impostergable.

Armando González Torres, quien fue jurado del Premio destacó que lo que explica el auge de los feminicidios es la impunidad, “no estoy tan seguro de que se pueda y se deba estetizar este tipo de violencia, creo que al contrario creo que debemos leer y escudriñar con ojos críticos estos grandes clásicos que abordan este tema”, dijo y celebró las muchas virtudes literarias de la obra ganadora, así como el uso de varios elementos como la autobiografía, diarios, testimonios y crónica del laberinto judicial, que posee el libro y la maestría de Rivera Garza para ordenar.

La escritora Sara Uribe, quien habló de “El invencible verano de Liliana” dijo que este libro es un archivo vivo, hecho de palabras de su comunidad y de las propias palabras de Liliana, y que frente al lenguaje ominoso que el aparato estatal empleó para referirse a su cuerpo, Cristina abre el espacio a una corporalidad textual amorosa conformada por el lenguaje de muchas personas.

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“El rompecabezas que Cristina organiza rastreando, como detective del lenguaje, hasta el más mínimo detalle que pueda aportar sentido, de sedimentación de capas de experiencia, transfigura el pasado en un hoy rotundo que nos apabulla por lo real que podemos percibirlo”, señaló Uribe, quien el libro de Cristina funciona en sí, en su estructura narrativa, como un expediente judicial abierto, que permanece sin fallo, sin dictamen, sin resolución final, es decir, un caso que muestra la impunidad.

Uribe cerró su participación señalando que “El invencible verano de Liliana es una apuesta por seguir articulando modos de enunciar y denunciar la violencia feminicida y su impunidad.

“Un llamado a dolernos, a enrabiarnos, a continuar exigiendo como comunidad, justicia por Liliana Rivera Garza, por Lesvy Berlín, por Fátima Cecilia, por Ingrid Escamilla, por Marisela Escobedo, por Mara Castilla, por Nataly Martínez Rivera, por Reyna Gómez Juárez, por Emma Sofía, por Debanhi Escobar, por Alejandra N, por Jennifer N, por la mujer sin identificar de 50 años asesinada en Tamaulipas, por todas”.

melc

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