La serie biográfica de Luis Miguel nos muestra a un nuevo villano: Luis Gallego Sánchez , mejor conocido como “Luisito Rey” , el padre del cantante, el hombre que lo obligaba a cantar, siendo muy niño, en bares.

El programa describe a un padre dispuesto a todo por controlar la vida de su hijo, le miente, lo manipula, pisotea, lo deja de ver como un hijo para empezar a verlo como un producto. Rey era un hombre frustrado y ambicioso que sin duda buscaba alcanzar el éxito a través de la vida de su hijo, pero ¿por qué un padre decide comportarse de esa forma?

Historias de padres exigentes que maltratan y obligan a sus hijos a trabajar desde muy pequeños olvidando que son solo niños existen mucho dentro del mundo del espectáculo. El caso más conocido, a nivel mundial, es el del fallecido “Rey del Pop”, Michael Jackson, quien sufrió maltrato por parte de su padre Joseph Jackson al someterlo a él y a sus hermanos a jornadas laborales extensas con el propósito de llegar a la fama y así ganar dinero.

“No hay que confundir el éxito con la felicidad entendida como la autorrealización personal, que no tiene nada qué ver con la fama ni con la posición económica, sino con la trascendencia, con la tranquilidad emocional, con la capacidad de disfrutar una relación en silencio, un momento de soledad, un atardecer, de salir a caminar, de sorprendernos con las cosas cotidianas, esa es la autorrealización. No es tener un departamento en Miami o un zoológico en tu mansión”, explica el experto.

Para Emiliano Villavicencio Trejo, doctor en Psicología y académico de la Universidad La Salle, la fórmula del padre tirano, del padre dominante, impositivo, es una fórmula que funciona, pero que tiene un costo muy alto.

Villavicencio reconoce los logros de Jackson y Luis Miguel, pero dice que es importante echar una mirada un poco más profunda en sus personalidades y preguntarnos si realmente eran felices. “Todo eso que le pasó de suspender conciertos, de lo fallidos que son sus vínculos afectivos, me ponen a pesar si verdaderamente Luis Miguel es una persona feliz”.

Y es que el doctor en psicología asegura que cuando se vive de niño en un sistema militarizado, rígido, es complicado formar vínculos fuertes en la vida “porque el vínculo no es otra cosa sino el respeto a tu libertad . El amor es un acto de plena libertad hacia el otro, el amor es dejar ser al otro tal cual es y amarlo en esa autonomía y en esa libertad. El otro decide compartir una parte de su vida, eso es amor y los pequeños que viven una relación con padres tan rígidos y tan militarizados no saben respetar la libertad porque a ellos se las arrebataron. El niño que nació en una relación tan tóxica no lo puede ni si quiera comprender porque estamos hablando de un panorama y un escenario de un campo que en su vida pisaron”.

Padres tóxicos

Se habla de relaciones tóxicas cuando el vínculo de dos personas es absolutamente disfuncional, no es biopositivo ni nutricio. “Entendemos en el contexto de las relaciones humanos lo tóxico como lo opuesto a lo nutricio, una relación nutricia es aquella donde se respeta la libertad personal, la autonomía, donde se deja ser a la persona, independientemente de la edad que tenga. Una relación toxica es aquella que limita el crecimiento, la libertad, la autonomía y genera relaciones co-dependientes”, explica Villavicencio. El experto aclara que es importante saber en qué situaciones lo niños deben tener voz y voto, lo importante es hacerlos participar cada vez más en situaciones democráticas y menos autoritarias.

Los padres tóxicos también generan hijos con personalidades muy temerosas porque no se les permitió desarrollar sus propios recursos de afrontamiento ante la vida por lo que no pueden resolver los problemas cotidianos ante cualquier desavenencia. Eso puede ir creciendo hasta desarrollar personalidades aisladas o antisociales.

¿Cómo nace un padre tóxico?

Emiliano Villavicencio aclara que el ser humano no nace con intenciones malignas, no nace con el propósito de dañar al otro, sino que son construcciones sociales que vamos adquiriendo a lo largo de nuestras relaciones sociales. “Los padres tóxicos no nacieron siendo padres tóxicos, sino que a lo largo de su vida han ido aprendiendo una serie de experiencias que los han ido forzando a desarrollar ese tipo de personalidades”, sentencia.

Para el experto, un padre tóxico pude estar haciendo lo mejor que él puede hacer en la relación con su hijo. “Como psicólogo y psicoterapeuta tengo la obligación, no de señalar ni de descalificar los intentos de vida, de desarrollo de las personas, sino mejor comprenderlos. Para mí un padre tóxico se comporta así porque son los recursos que él aprendió a lo largo de su vida para vincularse, recursos absolutamente disfuncionales, eso sí, pero es lo que le puede dar a sus hijos. Tenemos que comprender las historias de vida”.

Recomienda preguntarnos: ¿qué pudo haber pasado en la historia de estos papás para, primero, desarrollar esos recursos tan disfuncionales y, luego, ser lo único que le pudieron proveer a sus hijos? Seguramente, indica Villavicencio, les pasó lo que le están haciendo a sus hijos. “Estos padres tóxicos seguramente vienen de una relación de descuido emocional, de abandono o caracterizada por la polaridad”. Es decir, las relaciones tóxicas son heredadas de generación en generación.

¿Cómo romper esa cadena?

La primera recomendación que da Villavicencio es ser concientes del sistema familiar al cual pertenecemos y en ese sentido dejar de señalar a papá y a mamá y mejor intentar comprender por qué son así. “La conciencia generacional de mi sistema familiar me permite ubicar en el perfecto orden, de dónde vienen todas estas cadenas que bajo algunas teorías psicológicas se les llama 'Cadenas de amor' porque, insisto, el vínculo dentro del sistema familiar se rige por el amor”, especifica el experto.

Entonces, asegura, una conciencia generacional del sistema familiar nos permitirá dejar de señalar y culpabilizar a quienes, quizá, únicamente están viviendo las consecuencias que se han venido gestando desde hace años dentro de sus sistema familiar para después comenzar a comprender para luego comenzar a perdonar.

Tener una conciencia generacional nos ayudará a cambiar vínculos regidos por las cadenas del odio y de la culpa por vínculos constituidos a partir del amor, de la compresión y de la empatía.

¿Cómo debe ser ese perdón?

El perdón implica para Villavicencio básicamente dos cosas. La primera es dejar de aferrarnos a lo que queríamos, comenzar a soltar lo que anhelábamos y empezar a aceptar lo que nos tocó vivir.

“Comenzar a aceptar, a poner en perspectiva, que quizá papá o mamá fueron violentos emocional o físicamente conmigo y eso impactó en la imagen, la expectativa, y la esperanza que tenia de unos padres diferentes. Por supuesto que dejar de aferrarme al imaginario que tengo de estas figuras paternas no sucede ni de la noche a la mañana ni en un año y mucho menos a cortas edades, es un proceso que se lleva a lo largo de mucho trabajo personal, de muchos años de conciencia y de mucha ayuda psicológica, pero cuando dejamos de aferrarnos a nuestros propios ideales comenzamos a ser más bondadosos con los demás”, dice el especialista.

Para Emiliano Villavicencio casos como el de Luis Miguel tienen esperanza , pero implica mucho trabajo personal para reparar, resolver y resignificar las relaciones infantiles de las que provienen.

Consejos para una educación sana

1. Los padres tiene que aprender a perdonar a sus propios padres para romper cadenas y educar a partir de su propia historia y la historia que quieren escribir con sus hijos, no desde la historia heredada de los abuelos.

2. Amar implica respeto a la libertad y a la autonomía

3. Que papá y mamá siempre tendrán la última palabra en las decisiones trascendentes, pero en la medida que intentemos dirigirnos a un vínculo democrático en donde el pequeño tiene voz y voto para ciertas cosas, también lo pequeños van a sentirse reconocidos

4. Que los papás confíen en que lo que están haciendo. Que siempre lo hagan con amor.

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