La primera actriz, Martha Navaro falleció esta tarde del penúltimo día del año a los 83 años de edad, así lo dio a conocer la Asociación Nacional de Intérpretes ( ANDI) en sus redes sociales.

"La @ANDIMexico comunica el sensible fallecimiento de la socia intérprete Martha Navarro. Actriz de reconocida trayectoria obtuvo su primer Ariel con la cinta La pasión según Berenice, de Jaime Humberto Hermosillo. Nuestras más sentidas condolencias a familiares y amigos", informó el organizmo del que la ganadora del Ariel por su participación en la cinta "La pasióm según Berenice" fuera socia.

A Martha Navarro el realizador Jaime Humberto Hermosillo la quería mucho. Decía que, sin ella, su filme "La pasión según Berenice", jamás se habría concretado.

Ella, aseguraba el realizador, tenía el talento adecuado para interpretar a la mujer que, tras la muerte de su marido, se traslada a casa de su madrina, enamorándose del doctor que la atiende.

El problema es que la década de los setentas, en un pueblo donde las buenas costumbres y la religión, es lo más importante para todos.

Navarro lo hizo bien. Su trabajo le valió el Ariel como Mejor Actriz en 1977 y después, con el mismo Hermosillo, repitió en De noche vienes, Esmeralda, logrando la estatuilla en Coactuación Femenina.

Si María Rojo es considerada la musa de Hermosillo, Navarro no se quedaba atrás, sumando cuatro filmes con el realizador, incluyendo "María de mi corazón" e "Intimidades en un cuarto de baño".

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El domingo pasado fue su cumpleaños y hoy deja tras de si una filmografia cercana a las 60 producciones entre cine y televisión, además de sus pasos por el teatro.

“Era una mujer ruda, dura, difícil, que exigía, me cuestionaba mucho, su personaje fue preparado minuciosamente”, recuerda Rafael Montero, quien la dirigió en la cinta Corazones rotos.

La actriz nació en la Ciudad de México en 1937. Cuando terminó secundaria sus padres la metieron a la Escuela Normal de Maestros y después por un año ejerció el magisterio, antes de enlistarse en educación física.

Luego un amigo la invitó a estudiar poesía en la Escuela Nacional de Arte Teatral, del INBA y ahí fue donde el teatro la atrapó.

Como los ensayos teatrales eran largos, su padre, orador en un partido político, le dijo que le cerraría la puerta con candado.

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“Le dije que la carrera de actriz era arte; dejé la casa y logré la libertad”, dijo a EL UNIVERSAL en una entrevista por sus 70 años de vida.

Formó parte del Centro de Experimentación Teatral y actuó en puestas como Grande y pequeño y De película.

“Recuerdo haberla visto en teatro y eran actrices, actores, que traían otro rollo en el alma, en el corazón”, comenta Montero.

Eileen Yáñez

, ganadora del Ariel 2011 por "Días de gracia", la conoció en los sets teatrales. Ahí vio que la actriz era alguien que podía estar bromeando fuera del escenario y en fracciones de segundo se metía al personaje.

“Podía salir de una escena dramática, llorando, o de una escena fuerte, pedir su Coca, tomarse un traguito porque decía que no podía tanta y volver a escena concentrada, tenía el don de la sutileza, de decir muchas cosas con la mirada”, cuenta.

La dramaturga y escritora Claudia Ríos la dirigió en "Las gelatinas", obra en que también estaba Eileen.

Cuando era estudiante, Ríos escuchaba mucho sobre la contención en los actores y no entendía bien lo que eso significaba. Pero vio La pasión según Berenice, protagonizada por Navarro y ahí lo entendió: al personaje le podía estar pasando todo con una potencia brutal, pero ella apenas y se movía, con dos o tres pases, lo transmitía todo.

La actriz, recuerda, podía ser ácida, pero no de mala fe. Y no veía al ser humano como políticamente correcto.

“Ella iba más allá de ser actriz. Hay actores que tienen una gran personalidad y los contratan por eso, tienen carisma y también, a otros por sus cualidades formales, una gran voz y potentes, pero ahí se quedan la mayoría; hay otros muy buenos que son orgánicos, sacan emociones de una estimulación ficticia; Martha estaba en el nivel más alto de actores, ella era poeta, algo pasaba con ella, que casi nunca se ve, que a través de su mirada se podía ver el universo de todo lo que somos seres humanos”, subraya Ríos.

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