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Hace más de tres décadas, cuando la presencia femenina en el cine mexicano era más bien raquítica, hubo una mujer melómana que, de golpe y porrazo, sentó las bases para el área de la supervisión musical: Lynn Fainchtein.
Codiseñó un modelo de contrato que aún se sigue utilizando en pro de los artistas musicales que van a participar en películas y generó un sistema que daba oportunidad a cantantes y grupos emergentes, como Mexrrisey, al que nadie veía posibilidades.
Fue ella quien logró que, por ejemplo, Yalitza Aparicio, en "ROMA" (2018), escuchara una canción de Leo Dan mientras tiende la cama o que los besos prohibidos entre Vanessa Bauche y Gael García Bernal, en Amores perros (2000), fueran ambientados con “Lucha de gigantes”, de Nacha Pop.
Ayer, a los 60 años de edad y víctima de cáncer, Lynn falleció en Madrid, donde radicaba desde hace más de un año.
“Hay disqueras que siguen ocupando esos contratos modelos que hicimos para que el artista se sintiera cómodo con la petición que hacíamos y los trabajos que estábamos sincronizando (pagos por tiempo utilizado)”, dice Herminio Gutiérrez, ahora supervisor musical, quien trabajó con ella en cintas como "Amores perros", "Por la libre" y "Sin dejar huella".
“Siempre se trató de ser equitativo y crear una cultura de transparencia, pero también el que si bien podía poner a dos grupos o cantantes famosos, iba y colocaba a otros que eran pocos conocidos y talentosos, que luego serían parte del star system y volverían a trabajar con gusto, como Zoé”, añade.
La supervisión musical es el área que se encarga no sólo de elegir, con el director, la música que acompañará una película o serie, sino que ve el papeleo que significa dialogar con disqueras y artistas, revisar los contratos y, casi siempre, batallar con los presupuestos.
“Podías pedirle una canción y ella se metía a su biblioteca (digital) y te ofrecía cinco versiones distintas o propuestas aparte. Fue ella, por ejemplo, que para Prometo no enamorarme nos trajo a Mexrrisey”, recuerda la cineasta Sandra Solares.
Mujer líder en radio y tv
Lynn fue de las primeras voces femeninas que se escucharon en la radio de los 80 a través de Rock 101, en donde estuvo detrás de programas como Mujeres comma Rock and Roll, en donde sólo aparecían féminas vocalistas.
Fue también directora de MTV Latinoamérica, en donde realizó documentales sobre el rock en español como Mejor no hablar de ciertas cosas y Nunca digas que no, 3 décadas de rock mexicano.
Amores perros fue su entrada al cine, cuando recibió la invitación de parte del director Alejandro González Iñárritu, quien fuera su competencia por el rating radial, cuando él era parte de WFM.
En el podcast español Simpatía por la industria musical, de octubre pasado, Lynn dijo que para poder sobrevivir y pagar el sueldo de tres personas, debía trabajar anualmente en 10 a 12 proyectos.
“Es un negocio que no es negocio. Tiene gastos que no ingresas al mes, entonces, tienes que llevan bien un control de cuáles comienzas y cuáles terminas”, aseguró.
La productora Tita Lombardo, su amiga desde hace más de tres décadas, la recuerda como una mujer disciplinada.
“Su gusto musical no lo tenía nadie. Desde que leía el guión ya te daba propuestas. Nunca dejó de trabajar, tenía una energía impresionante”, comenta.