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“¡No está de más cuidarse y respetar todo esto!”, dice Fátima Molina durante un descanso de Diablero, serie que aborda la lucha entre ángeles y demonios y la cual coprotagoniza.

La frase no es gratuita. Existe la leyenda urbana que en rodajes de historias donde tiene que ver lo paranormal, cosas así ocurren a los actores.

Netflix está detrás de la producción basada en el libro El diablo me obligó, del escritor F. G. Haghenbeck, grabándose actualmente en locaciones de la capital mexicana.

Se centra en las aventuras de Ramiro Ventura, un sacerdote que busca la ayuda del legendario diablero o cazador de demonios, Elvis Infante.

“Es el fin de la Tierra y los ángeles la han abandonado, es una historia muy mexicana, la verdad es que han estado duros los trabajos”, comenta Fátima sin poder decir más, por contrato firmado.

“¡No ha pasado nada nada raro!”, dice la actriz “pero yo respeto lo que estamos tocando aquí”.

Rigoberto Castañeda (Kilómetro 31) y José Manuel Cravioto (Mexican gangster) dirigen los episodios donde también actúan Christopher Von Uckermann y Horacio García Rojas.

Por el Ariel. Aunque duras las jornadas, Fátima las dejará temprano el 5 de junio, pues buscará el premio Ariel a lo mejor del cine mexicano, en el Palacio de Bellas Artes.

Ese día intentará alzarse con la estatuilla a Mejor Coactuación Femenina por su trabajo en Sueño en otro idioma, aún en cartelera.

En la categoría se encuentran Simone Bucio (La región salvaje), Joanna Larequi (Las hijas de Abril), Tessa Ia (Los adioses) y Verónica Toussaint (Oso Polar), a las que respeta.

“Es un premio enorme estar nomimada, pero claro que me encantaría ganar (risas); aquí ya acordamos trabajar por la mañana y en la tarde salir para poder irme a arreglar y estar para apoyar también la película”, dice de buen humor Fátima.

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