La magia del teatro no sólo se da cuando se levanta el telón sino que comienza desde mucho antes, cuando los talleres de construcción de escenografía idean los mundos que se verán en el escenario.

Es un trabajo arduo, lleno de talento y dedicación. En el taller de Juan Vargas, ubicado por el Desierto de los Leones de la Ciudad de México, muchos mundos se pueden hacer realidad, ya sea el enorme tocadiscos giratorio que recrearon para el musical Mentiras, o complicados sistemas de automatización que permitieron ver un fantasma en el escenario de la obra Ghost, la sombra del amor.

En abril pasado, cuando la pandemia del Covid-19 sorprendía al mundo bajo una escasez de respiradores artificiales, el equipo de Vargas se planteó la idea de cambiar de giro: ver si era posible que su talento técnico ayudara a enfermos durante esta contingencia sanitaria.

El equipo de Vargas, que realiza complejos mecanismos automatizados para los montajes, diseñó un respirador funcional y económico, a petición del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). El prototipo contó con todos los elementos que requería, incluyendo un sistema que puede regular el ritmo del respirador, de acuerdo a la variación de la respiración y ritmo cardiaco de cada paciente; todo, en un costo económico que ronda en 3 mil pesos por unidad.

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“Fue diseñado para funcionar las 24 horas del día, porque tiene un enfriador que permite que el motor aguante. Si se va la luz sigue funcionando con una pila”, detalla Vargas, cuyo taller lleva el nombre de Autoescenic.

El acercamiento del IMSS con Autoescenic se dio a través de una iniciativa que el escenógrafo Sergio Villegas lanzó junto con la Academia Metropolitana de Teatro. El objetivo fue emplear a los ocho talleres que existen en la ciudad dedicados a realizar escenografía y utilería teatral, para que apoyaran con las ampliaciones en hospitales que se requerían por la pandemia.

“Sabía que una de las raíces de nuestras cadenas productivas son los talleres de escenografía y que para ellos no habría apoyos, porque cuando se habla de apoyos para el mundo del arte, es más preponderante el discurso sobre la ayuda a los artistas, entre becas y fideicomisos, pero olvidamos que para que exista el teatro y el cine, hay mucha gente que tiene que comenzar a trabajar, que depende de esas industrias”, explica Villegas.

Entre los resultados que tuvo este llamado, fue un proyecto con el IMSS para construir espacios provisionales en algunos hospitales que tuvieran un “área Covid”, y así los trabajadores de estas empresas pudieran pasar este momento desahogados económicamente.

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“A Juan le tocó hacer unas torres que iban a estar en salas de espera, para que la gente conectara su teléfono, de esta forma unos hicieron el piso, otros las ventanas, todos estaban trabajando una parte”, detalla el escenógrafo.

Fue de esta manera que de hacer algo sencillo como unas torres para cargar baterías de teléfono, Juan Vargas se vio desafiado para crear un instrumento más complejo, no sólo que ayudara a los trabajadores de la salud, sino a los pacientes.

Un apoyo que no prosperó

Por desgracia este proyecto fue dejado de lado. Sergio Villegas explicó que su intermediario ante el gobierno perdió el contrato ante un proveedor de China. El escenógrafo cree que la urgencia por resolver esta emergencia sanitaria de manera rápida influyó para que este proyecto quedara detenido, por lo que se optó por opciones exteriores, además de que era necesario que lo certificara la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

“Pensábamos que iba a haber muertos apilados en las calles y que los hospitales iban a estar saturados, así que este aparato sustituía la ventilación manual, pero la Cofepris dijo no. Esto lo hicimos porque creímos que íbamos a llegar al punto de estar todos tendidos en los pasillos de hospitales con una máquina de éstas”, explicó Villegas.

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No sólo se detuvo este proyecto, también la ampliación de las áreas hospitalarias. Villegas cree que cada taller se quedó con el trabajo realizado e inversión perdida, a excepción del Instituto Nacional de Neurología, donde el taller Constructores escénicos realizó el área Covid; algo posible al tratarse de un hospital descentralizado del IMSS.

Pese a no desarrollar el respirador, el taller de Vargas no se quedó cruzado de brazos. En espera de que los teatros vuelvan comenzó a aceptar trabajos más domésticos, desde realizar un mueble, hasta colocar enrejados en alguna casa. Hasta el momento su entrada más fuerte han sido trabajos para un organizador de bodas de alto perfil.

“Estoy muy agradecido, porque con esos trabajitos se mantuvo abierto el taller. Afortunadamente cuando se requiere de algún mecanismo ya nos llaman”, dice Vargas.

Villegas va más allá, cree que esto ha sido una necesidad por sobrevivir en un sector abandonado en la pandemia: “hubo convocatorias por parte de la Secretaría de Cultura para bailarines, dramaturgos, pintores, etcétera, pero no un apoyo para los talleres de escenografía o vestuario, por ejemplo; por fortuna a todos les salieron ‘chambitas’ con los que se pueden mantener”, explica el escenógrafo.

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Sueñan con un nuevo escenario

Escenógrafos buscan respirar en la pandemia
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Recrean mundos

Escenógrafos buscan respirar en la pandemia
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Frases

“Hubo convocatorias de la Secretaría de Cultura para bailarines, dramaturgos, pintores, etcétera, pero no un apoyo para los talleres”Sergio villegas. Director de la Academia Metropolitana de Teatro.

“Estoy muy agradecido, porque con esos trabajitos se mantuvo abierto el taller. Afortunadamente cuando se requiere ya nos llaman". Juan Vargas. Director de Autoescenic.

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